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Glamping: el camping de lujo crece y es el favorito de las vacaciones

Existía desde antes, pero la pandemia aceleró su crecimiento. El glamping, término que une glamour y camping, lleva algunas temporadas erigiéndose entre los formatos de alojamiento más elegidos al salir de vacaciones. ¿Su fuerte? El increíble contacto que provee con la naturaleza, permitiendo dormir prácticamente bajo las estrellas, en domos (estructura semi-esférica) o tiendas en los que apenas una tela separa del paisaje más agreste e increíble. Pero claro, lo que hay dentro hace toda la diferencia: baños completos, camas dignas de un hotel, amenities y servicios de comida gourmet son solo algunas de las comodidades que despliegan. ¿Cómo no adorar este mix de lo mejor de ambos mundos?

Inmensa Patagonia

A pocos kilómetros de la ciudad pero en la inmensidad de una estancia privada, Huemules se inauguró en 2017 para compartir con el mundo el privilegio de 6300 hectáreas de cordillera, con un bosque repleto de lenga y ñire. “Toda nuestra infancia pasamos las vacaciones en Esquel, y Huemules era el lugar donde íbamos a acampar, desconectar de la ruidosa Buenos Aires y reconectarnos con la naturaleza”, describe Santiago Hidalgo, director comercial. Así, hoy abren la tranquera para todo tipo de visitantes, pero suben la vara de lo que fue su propia experiencia de niños: ofrecen domos dobles o triples con decks privados, camas queen con edredones de plumas, amenities biodegradables y una distribución que permite total intimidad en cada espacio.

La experiencia provee el alojamiento, todas las comidas y excursiones diarias para explorar hasta las más altas cumbres limítrofes al Parque Nacional Los Alerces. El gran diferencial de esto último es la carga mínima de 7 personas por guía, permitiendo momentos únicos en el bosque y la montaña. “Nuestro propósito más profundo es educar a los visitantes en la sustentabilidad. Todo el proyecto tiene esta base y así fue diseñado, pensado y es comercializado”, agrega Hidalgo.

También en zona de Patagonia, El Chaltén Camp es otra interesante variante de glamping. Parte de la colección de alojamientos de bajo impacto Glamping Soul, se ubica a pocos kilómetros de la ciudad de El Chaltén, pero los suficientes para estar inmersos en el bosque más silvestre. Con casi 20 años de trayectoria en hotelería, sus creadores buscaron un retorno a las bases: “quisimos volver a los conceptos que había en el pasado, donde el lujo era estar en un lugar increíble y tener una ducha caliente, como ocurría en la época de los pioneros que habitaron estas tierras”, apunta Nicolás Di Constanzo, socio. Lejos de los amenities en ocasiones absurdos que proponen los hoteles cinco estrellas, aquí se valora el lujo de lo simple: una decoración que acompaña el paisaje, estadías y excursiones organizadas en base a los gustos y expectativas de cada huésped y domos en base doble o triple con instalaciones de gas, agua y electricidad, pero donde lo más exclusivo nunca deja de ser el entorno y la vista directa al Fitz Roy. “Buscamos un equilibrio muy marcado entre lo que ocurre con el paisaje y lo que proponemos, para que nunca se pierda la integración con la naturaleza”, sostienen.

De hecho, su público debe comprender que en pos de mantener la sustentabilidad hay algunos hábitos citadinos que no tienen sentido, como usar un secador de pelo o un caloventor, ya que el sistema eléctrico no lo soportaría. “Es un público que entiende y le da valor a la naturaleza y comprende que la complejidad operativa de los lugares donde se ubican los glampings muchas veces requiere un esfuerzo más”, sintetiza Di Constanzo.

Un poco más arriba en el mapa, hacia Puerto Manzano, en Villa La Angostura, Las Ramblas también despliega su belleza sustentable, esta vez en un mix muy logrado de hotelería convencional (con una hostería frente al lago Nahuel Huapi) y 10 tiendas que combinan domos geodésicos, pirámides de vidrio y burbujas de policarbonato transparente. Esta opción de glamping nació hace cinco años, cuando tras 17 de la hostería decidieron mejorar la calidad del impacto ambiental. “Viajamos por el mundo conociendo la experiencia glamping y luego invertimos en distintos tipos de carpas. Hoy es el tipo de alojamiento que está eligiendo la gente por excelencia”, detalla Martín Suero Rambla, propietario. Con el plus de los servicios del hotel, incluyendo recepción las 24 horas y wifi, su propuesta permite distintas escalas de aventura, eligiendo por ejemplo entre bolsas de dormir y sábanas o domos más cerrados y otros transparentes con vista directa a las estrellas.

Uno de los públicos más marcados que tiene esta propuesta son las mujeres solas. Con todo resuelto y además la comodidad del hotel cerca, suelen sentirse más seguras para llegar entre amigas o con hijos. “Después vienen parejas y familias. A estas últimas les recomendamos que los niños sean mayores de 7 años, para que entiendan el concepto de acampar, pero en un clima de relax y silencio”, apunta Suero Rambla.

Para escapadas

Pero no siempre hace falta un paisaje tan distinto para disfrutar la magia del glamping. En ocasiones lo que se busca es la placidez de acampar en la naturaleza más simple, y sencillamente dejar atrás el bullicio de la ciudad. Eso mismo ofrece Refugio Glamping, ubicado sobre la laguna de Lobos, apenas a 100 kilómetros de Buenos Aires. Aquí, en lugar de domos, lo que se ofrece son tiendas de campaña que pueden elegirse con camas o bolsas de dormir y caben desde 2 a 6 personas. Las 16 hectáreas del predio cuentan con 600 metros de costa y un frondoso bosque.

Y a falta de montañas de vértigo, lo que se propone son actividades para todos los gustos: cabalgatas, yoga, kite surf, pesca y kayaks en la laguna se combinan con una cervecería y despensa abierta los fines de semana y feriados en la que hay DJs y bandas en vivo, así como chefs invitados para un disfrute de todos los sentidos.

Hacia Cañuelas, Puesto Viejo Estancia nació hace 10 años con un club de polo y un pequeño hotel con el fin de alojar huéspedes extranjeros que venían a perfeccionarse en el deporte. Con el tiempo llegó el glamping, de la mano de una agencia especializada en turismo francés que les ofreció replicar esta tendencia ya de moda en Europa. “Proponemos un servicio descontracturado que prioriza el contacto con la naturaleza. La propuesta incluye una cabalgata y el ingreso al laberinto de pinos, único en la zona y réplica de aquel del castillo de Leeds en Inglaterra”, describe Susi Labaronnie, gerente operativa. Su diferencial también radica en el formato usado, 20 carpas africanas equipadas con camas, alfombra, blanquería, mesa de luz y baño privado completo, con un encantador aire de safari. Además, ofrecen un salón comedor y un espacio de fogón, todo a metros de los corrales de los caballos de polo. Si el nuevo lujo tiene que ver con las experiencias y la vida al aire libre, el glamping cubre todos los casilleros con creces.

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