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La intimidad de La Natividad, el equipo de Barto y Jeta Castagnola que destronó a La Dolfina de Cambiaso y es el nuevo rey del mejor polo del mundo

Palermo se rindió a los pies de La Natividad, que conquistó el título del Campeonato Argentino Abierto de polo y rompió luna hegemonía histórica de La Dolfina. A los pies de Bartolomé y Camilo Castagnola, consolidados ya como grandes polistas, que lograron doblegar en cancha a su tío Adolfo Cambiaso, hermano de su mamá Camila y el mejor jugador del mundo. Y de Pablo Pieres y el sudafricano Ignatius Du Plessis, los otros integrantes de la formación campeona, quienes brillaron durante todo el torneo y complementaron con su experiencia la frescura de los dos hermanos.

Palermo se rindió a los pies del equipo de camiseta verde que, bajo la guía de Lolo Castagnola, papá de los jóvenes cracks, y de Pepe Heguy, una suerte de director técnico del cuarteto, había levantado el trofeo en Hurlingham y el fin de semana coronó con la victoria en el torneo más importante del mundo una temporada consagratoria.

La Natividad, con 36 goles de valoración, logró lo que hasta el año pasado parecía una misión imposible: vencer al conjunto de Cambiaso, 14 veces ganador en el certamen (las ocho últimas de manera consecutiva), en la cancha más grande del polo mundial. Fue triunfo 15-13 con actuaciones destacadas de los Castagnola, autores de seis goles cada uno. Y los festejos estuvieron acorde a la situación.

Barto y Polito Pieres, en pleno festejo. “Ganarle la final de Palermo a Cambiaso, no se puede pedir más”, afirmó el mayor de los Castagnola. Foto Federico Lopez Claro

“Esto es un sueño cumplido. Ganarle la final de Palermo a Cambiaso, creo que no se puede pedir más. Él es el número uno”, comentó en charla con ESPN Barto, que cumplirá 21 años el próximo 28 de diciembre.  “Jugamos concentrados los ocho chukkers, cuidando la pelota y a los caballos también. Estábamos muy bien, con mucha confianza y eso fue la clave”.

El más grande de los Castagnola es el cerebro del equipo. Tranquilo y práctico dentro de la cancha -casi una imagen opuesta a la que muestra afuera, donde es el más extrovertido-, hace jugar a sus compañeros y ordena el juego “a la antigua”, pero tiene además una velocidad perfecta para el polo moderno. Fue elegido el mejor jugador de la final.

Su hermano Jeta, más reservado en su vida diaria, en tanto, es el polista explosivo, distinto y una carta de gol garantizada en los mimbres. Quien celebra los 19 años este lunes se llevó el reconocimiento como el goleador del torneo (llegó a los 47 tantos) y fue señalado por muchos entendidos como el mejor de la temporada. Incluso más que su tío Adolfito, quien reconoció a sus sobrinos tras la derrota: “La rompen toda”. 

Jeta, mano a mano con su tío Adolfito. El más chico de los Castagnola fue el máximo goleador del torneo. Foto Federico Lopez Claro

“Cuando lo veo de atrás, Jeta me hace acordar a Cambiaso. No lo estoy comparando, pero tiene cositas parecidas, de esas que no se entienden bien”, suele decir Castagnola padre sobre el menor de sus hijos.

Lolo, que ganó siete veces Palermo como jugador, fue uno de los más eufórico tras el triunfo. “No tengo palabras. Imaginate, más que esto no hay. “Los chicos se animaron y esto para le polista es lo más grande que hay. Veníamos a tratar de ganar, no sabíamos si íbamos a poder, pero lo soñé todo el día”, aseguró.

Emocionado, le dedicó la consagración a su papá Héctor -“el Chalo“-, que falleció hace casi 23 años. “Mi viejo hizo todo, todo esto es por él. Es un grande de verdad”, aseguró.

Y agregó: “Cuando Barto y Jeta eran chiquitos, les dije ‘Tienen una deudita conmigo que es ganar Palermo’. Se terminó la deuda, loco… Esto es consecuencia del trabajo que vienen haciendo desde chiquitos”. 

La euforia de Lolo Bastagnola (de remera gris). “Más que esto, no hay”, aseguró el creador de La Natividad. Foto Federico Lopez Claro

Lolo, igual, nunca les metió presión a sus hijos para que sigan sus pasos ni para que consigan los resultados. Al contrario, les repite siempre la misma consiga: “No hay presión más que ir y jugar al polo. Ni sos un crack cuando ganás, ni sos un desastre cuando perdés. Si trabajás duro, los resultados llegan. Y muchas veces, cuando te va mal es cuando más aprendés”.

Y Barto y Jeta parecen guiarse siempre por esas mismas palabras. Por eso, cuando tras un gran 2019 -ganaron el Abierto Británico junto a Du Plessis (quien fue de alguna manera el que plantó la idea de armar esta formación) y fueron la revelación de Palermo-, el 2020 (ya con Pieres en el equipo en lugar de Matías Torres Zavaleta) no fue el esperado, no bajaron los brazos.

“Nunca dudé de este proyecto”, repitieron los jugadores -y también Lolo- una y otra vez a lo largo de esta temporada. Y la perseverancia dio sus frutos.

Tras conquistar Hurlingham -donde vencieron también a La Dolfina en semifinales y luego a Murus Sanctus en la final-, fueron el mejor equipo de Palermo y cerraron el 2021 con una histórica consagración en el torneo más importante. Ese que todos los polistas sueñan con ganar.

“No me bancaba más perder. No puedo creer que se me dio”, aseguró Pieres, campeón en su sexta final. Foto Federico Lopez Claro

“No lo puedo creer. No caigo todavía. Ganamos el Abierto, en la mejor cancha contra el mejor. Un lujo. Soñado. Las claves fueron la garra que el pusimos y la actitud. Fuimos ganando todo el partido. ¿Sabés lo que es ir ganando todo el partido en una final? Lo más difícil del mundo”, aseguró Polito Pieres. “Los chicos (Barto y Jeta) no necesitaron ningún consejo. Tienen cabezas frías y mucho huevo”.

Y quien conquistó su primer título en su sexta final (los Castagnola jugaron la primera y Du Plessis, la segunda), reconoció: “Es horrible perder, estaba aburrido de perder, no me lo bancaba más. Y no puedo creer que se me dio. Esto es una locura”.

Palermo se rindió a sus pies y a los pies de sus compañeros de la Natividad. El equipo de camiseta verde consiguió un su primer título en el Argentino Abierto y cortó una larga racha de La Dolfina y de Cambiaso. Y con brillantes actuaciones de sus jóvenes estrellas, que dieron el gran puntapié inicial para el recambio generacional del polo argentino, se quedó con el trofeo más importante del mundo. Histórico. 

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