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Artistas y escritores visitarán Campo del Cielo

La cosa es así: hace unos 4000 años, o unos 6500 (todo origen fabulesco debe ser un poco incierto para funcionar bien como origen) cayó en la ahora frontera sur entre Chaco y Santiago del Estero una feroz lluvia de meteoritos que se desintegró al rasparse con la atmósfera. El evento produjo el milagro de Campo del Cielo, una reserva de interés científico, antropológico, geográfico, turístico, cultural: en suma, un lío patrimonial de minerales. Del 25 al 27 de noviembre en el marco del evento “Los patrimonios son políticos 2” de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, el Museo Nacional Terry más otras instituciones chaqueñas, se podrá seguir en streaming los tres gozosos días de actividades, debates, proyecciones y conciertos. 

¿Qué tiene que ver una roca espacial con la cultura de un territorio? ¿Qué es el patrimonio y cómo se lo urde, protege, ensancha? ¿Y si el patrimonio es quizás algo azaroso, como en este caso? El plan de esta colección de opiniones es cubrir distintas perspectivas problemáticas, que van del tráfico ilegal de meteoritos a la aparición de la vida moqoit, ya que no hay una única disciplina que pueda aclarar por sí sola el asunto que nos reunirá en Resistencia y Gancedo a intercambiar saberes que están muy dispersos.

Entre los científicos que se ocupan de estos temas, un grupo de artistas y escritores seremos parte de la excursión: Selva Almada, Michel Nieva, Sergio Raimondi, Sergio Wolf, Bifo Berardi, entre otros. Haremos de contrapeso natural a los astrónomos, antropólogos y gestores culturales, para quienes el tema del “patrimonio cultural argentino” (una tríada que se las trae) ha de pegar de manera muy distinta a la de nuestro plano.

La caída de estas rocas (de las más grandes y misteriosas del mundo) fue para los moqoit un acto de inseminación que originó a su pueblo. El cráter del meteorito “El Chaco” fue para ellos una laguna sagrada, un sitio de misteriosas fuerzas naturales. Para nosotros representa una de las formas de la catástrofe, ese imán que nos arranca del territorio de la Razón y que electriza el inicio de cualquier relato: la anécdota inesperada, la singularidad al principio de la hoja en blanco. Pero además: ¿es posible que el patrimonio surja de una bestial casualidad? Si el objeto hubiera caído del lado paraguayo de la línea, ¿estaríamos ahora pensando en estas relaciones entre cosas argentinas? En la película de Sergio Wolf “El color que cayó del cielo”, hay un testimonio muy revelador de Robert Haag. Se trata de un conocido traficante de meteoritos que pretendió llevarse un gran pedazo y fue detenido casi de casualidad. Haag exhibe un pedacito de roca lunar que se trajo de Australia y afirma que la roca lunar no es de Australia, aunque haya caído allí. Es de la luna. Insiste en el hecho de que comercializar estos fetiches tiene asidero en tanto no son de nadie, ni siquiera del suelo en el que han caído. 

Pero el suelo es tan misterioso como todos los cielos juntos.

Es el fantasma de los territorios, que todo lo une, que todo lo invoca. Es ese mismo fantasma (la argentinidad) lo que se discutirá seguramente en el fondo de esta cubierta de arenas tan esquivas.

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