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La Selección tiene pocas deudas y sabe no depender de Messi; el próximo desafío es aprender a jugar sin él

El trabajoso triunfo ante Uruguay en Montevideo dejó buenas sensaciones. La más importante tal vez haya sido que la Selección Argentina pudo sacar adelante un juego que se le presentó adverso, duro, luchado. Se tuvo que poner otro traje el elenco de Lionel Scaloni y culminó nuevamente con una sonrisa, no sin antes sufrir. “Nos adaptamos al partido y lo sacamos adelante; eso es una señal importante”, dijo el DT.

Pero existieron también algunos llamados de atención, pequeñas alertas, que conviene no dejar pasar. Y ahora que la tabla de posiciones regala una linda tregua, es necesario poner la lupa en el juego y en la siempre presente Messidependencia. Lo que se celebra es que Argentina ya no depende exclusivamente del rosarino cuando el capitán está adentro de la cancha; lo que resta, conclusión a la que se arriba por lo que se observó en el estadio Campeón del Siglo, es aprender a jugar sin Lionel Messi.

Puede suceder que en algún partido Messi no esté en condiciones de ser titular. El capitán había estado presente en todos los minutos de los últimos 21 juegos del conjunto nacional. En ese lapso, Argentina comprendió cómo jugar con él y no para él. Llevó años el aprendizaje y se consiguió con Scaloni en el banco. Los resultados son inmejorables, con un invicto de 26 encuentros y con la Copa América descansando en las vitrinas de la AFA.

Pero se insiste: ahora que el boleto al Mundial de Qatar 2022 está al alcance de la mano, es el momento de dar un paso adelante para aceitar aún más el juego y para maquillar la posible ausencia del líder, como en Montevideo.

El equipo debe darle a Messi tranquilidad ante una eventual ausencia. Foto EFE/Raúl Martínez POOL

Es verdad que no es brillante el juego del elenco de Scaloni. El punto más alto fue el 3-0 contra Uruguay en el Monumental. En las demás presentaciones se destacó la solidez y la seriedad del equipo. No es poco ni tampoco sencillo de conseguir. A Argentina es difícil convertirle y tiene poder de fuego en los delanteros.

Ha encontrado, además, un dibujo flexible (4-4-2 que puede variar a un 4-3-3) con intérpretes que salen de memoria. Todas las líneas están consolidadas y por eso el paso siguiente es ajustar aún más el juego y empezar a sortear la posible ausencia del crack de Paris Saint-Germain.

Siempre fue complejo hallar un reemplazante de Messi, pero en la actualidad lo es aún más porque el rosarino dejó de ser un delantero neto y definidor para ser un futbolista más integral. La Pulga es un enganche arrancando de atacante y con libertades para moverse por todo el campo de juego. Su zurda es la que marca el tiempo del juego: acelera, frena, cambia de ritmo, toca corto y rápido, toca corto y pausado, cambia de frente para atacar, cambia de frente para iniciar una larga posesión. Todo eso es que Messi ahora no lo es Paulo Dybala, un delantero más pendiente del gol que de la elaboración.

Sin Messi, Argentina dejará de jugar con un 4-4 más un enganche (Lionel) y un punta para jugar con un 4-4-2. Tal vez el futbolista más parecido sea Alejandro Gómez, aunque al Papu le gusta arrancar siempre cerca de las líneas de banda. De todos modos, no debería Argentina jugar a otra cosa cuando no esté el rosarino, pero sí realizar pequeños ajustes, como ser más directo en algunos tramos o animarse a enviar centros desde los costados para los delanteros.

Fernando Gorriarán de Uruguay disputa el balón con Lionel Messi. EFE/Matilde Campodónico POOL

A Argentina le costó muchísimo juntar pases en campo rival y adueñarse de la pelota para herir contra Uruguay. Es cierto que también faltó Leandro Paredes, un mediocampista ideal para los inicios y para las sociedades. Las ausencias de Messi y de Paredes provocaron que la tenencia del balón sea improductiva. Recién en la segunda parte, con los ingresos de Papu Gómez y Joaquín Correa, el equipo se acomodó mejor.

Las cuestiones positivas superan por amplia ventaja a las negativas, pero lo importante es disminuir cada vez más el margen de error. Y a un año de Qatar, la prueba que debe superar el equipo es aprender a no extrañar a Messi. O al menos a maquillar su ausencia, ya que es imposible no extrañar al mejor del mundo.

Queda tiempo y el presente invita a la esperanza. Los últimos partidos de las Eliminatorias pueden ser un interesante banco de prueba. Jugar bien sin Messi, ese es el desafío.

MC

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