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El campo lideró la recuperación del PBI y aportó 4.000 millones de dólares

De la mano de precios internacionales de los commodities que no se veían hace diez años, el campo jugó un rol decisivo en la recuperación económica, aportando en forma directa 3 puntos de los 9 que creció el PBI en lo que va de 2021 contra 2020, según señala Juan Manuel Garzón, economista jefe del IERAL de la Fundación Mediterránea. 

A esto hay que sumar alrededor de un punto y medio si se toman los efectos indirectos, agrega Garzón. Por ejemplo, el sector de maquinaria agrícola es la rama industrial que más creció este año -medido contra 2019-, muestra de como el crecimiento del campo tracciona sobre sus proveedores y entorno. 

Precios que no se registraban desde 2012 impulsaron las exportaciones de granos y subproductos por 36,9 millones de dólares, con una cosecha que, a pesar de las escasas lluvias a principios del año (período crítico para los granos gruesos), se situó por encima de las 128 millones de toneladas -el maíz superó las 52 millones de toneladas y la soja quedó en 45 millones. Es decir, 50% de las exportaciones totales argentinas vienen de granos y sus subproductos y un 70% si se le suman carnes, lácteos y producciones regionales.

Ni la bajante histórica del río Paraná, por donde sale al mundo el 80% de la producción agroindustrial argentina hizo mella, aunque tuvo un costo de cerca de 315 millones de dólares para la exportación –según estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR)– ya que los buques debían completar su carga en otros puertos.

En cuanto al aporte fiscal, el impuesto que mas creció en 2021 fue el de los derechos de exportación. A noviembre, tuvieron un alza del 144% respecto de 2020, contra un crecimiento promedio de la recaudación de alrededor del 60%. Así, el fisco recibió por alza de este impuesto un excedente de 4 mil millones de dólares. Otro dato: según la BCR, 1 de cada 5 pesos de recaudación de impuestos del Estado Nacional proviene del campo.

Se espera que el área de siembra de la gruesa sea apenas un 2% mayor a la del año anterior, unas 38,3 millones de hectáreas, sumando áreas que no se sembraron por la seca del ciclo pasado, estima Emilce Terré, jefa del Departamento de Estudios Económicos de la BCR. Con rindes normales, la producción podría ser superior a la de la campaña 20/21 y marcar un récord histórico de 144 millones de toneladas, por encima de las 141 millones de toneladas del récord de la de la campaña 18/19. Eso si el riesgo del fenómeno Niña, con lluvias por debajo de las normales, lo permite. 

El trigo, con rindes excepcionales por el clima y la mayor fertilización por buenas perspectivas de precio aportaría 22 millones de toneladas; 56 el maíz con un crecimiento del 8% del área sembrada y rindes similares a los del ciclo anterior, y 49 la soja con menor área sembrada pero superando a los regulares rindes al año anterior.

Así, se obtendrían exportaciones casi similares a las del ciclo anterior ya que los analistas esperan precios de exportación algo menores y sean compensados con más producción. Es que, si bien los precios del trigo son altos por problemas productivos de Estados Unidos y Rusia, China no tracciona compras como lo hizo durante el ciclo anterior, explica el economista de la BCR, Tomás Rodríguez Zurro. 

A contramano.  Fueron también los altos precios los que arrojaron buenos resultados económicos para los productores agropecuarios de la pampa húmeda y compensaron en parte la enorme transferencia de recursos desde el interior al fisco en un contexto de intervención en los mercados, atraso cambiario y dificultades para importar que condicionan las expectativas a futuro.

Por otro lado, en trigo y maíz, si bien el mercado no está intervenido formalmente, existe “un acuerdo de los exportadores con el gobierno para desacoplar los precios internos de los externos”, explica Garzón. Esto reduce la competencia interna por los cereales con un costo para el productor que en maíz es de es nada menos que del 20% sumando 12% de derechos de exportación y un 8% de reducción del precio al productor como consecuencia de esa “administración del comercio”.

En ganadería, el contexto internacional favorable no pudo aprovecharse por el cierre de las exportaciones a partir de mayo, que castigó no solo a la vaca sino a las categorías gordas. Las señales son confusas hacia el futuro: positivas respecto del contexto internacional pero con la amenaza latente de cierre de exportaciones o aumento de retenciones. Ello va de la mano de las discrepancias dentro del Gobierno, con un ministro de Agroindustria que pretende mostrarse conciliador y flexibilizó la semana pasada el cepo a la exportación –aunque su apertura total estaría supeditada a los números que arroje el stock vacuno en marzo/abril durante la vacunación de aftosa– y un secretario de Comercio que acostumbra amenazar con subas de retenciones o declaraciones que generan ruido, tales como la pretensión de declarar a la carne como bien público cultural.

A futuro, la ecuación económica se irá erosionando con una inflación en torno del 58% y una devaluación cercana al 28%, con mayor impacto en las actividades como la lechería que tienen mas volumen de insumos en dólares y producción en pesos, explica Sebastian Sabattini, directivo de CREA. 

No es casualidad que en la última encuesta que realizó la entidad el 65% de los productores haya estimado que que la economía estará peor en 2022, mientras que un 27% cree que todo seguirá igual. 

Por eso, el productor intenta resguardar su capital y el valor de su producción con inversiones defensivas como aumentos de stocks ganaderos, compras de terneros, o de insumos a futuro. Es que para el campo, el mundo mostró una sonrisa pero el país mostró los dientes.

Las tensiones se concentran en los valores de los alimentos 

R.P.

Las tensiones entre el Gobierno y el campo datan de tiempo, sin embargo, res el sector que sigue aportando con creces a las arcas fiscales aunque soibre él se depositan todas las miradas por el   impacto de los productos sobre los alimentos.

El Gobierno, de hecho negocia acuerdos de precios con distintos sectores empresarios para intentar ponerle un cepo a la inflación ene ste sector durante el año próximo. La baja de la inflación en noviembnre, según el INDEC del 2,5% que no fue esta vez motorizada por el rubro que más golpea  los sectores más vulnerables envalentonó al equipo económico que espera, en consecuencia una desaceleración en el comienzo del 2022.

De todos modos en materia de inflación todos los pronósticos oficiales salieron mal durante este año. Sólo caba recordar la pauta del 29% desde enero a diciembre calculada para el año en curso que se pulverizó en sólo 7 de los 13 meses de este 2021.

Con ese antecedente, la discusión en el Congreso por el Presupuesto 202 se puso muy picante esta semana, dado que prevé diversas pautas macroeconómicas que parecieran de difícil cumplimiento.

Sólo a modo de repaso: se prevé un dólar a $130 para diciembre mientrtas que la pauta inflacionaria que proyectó el ministro de Economía para la suba de precios de todo el 2022 es de 33%, cuando las consultoras privadas creen que estará en los mismos niveles que este año; es decir, en torno al 50% y, principalmente, motorizado por los incrementos en las góndolas.

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