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Truchas: marrones y arco iris en Filo Hua Hum

La pesca de truchas en el sur cordillerano no es una actividad para pocos como se suele creer, hay que vencer algunos prejuicios y salir de esa zona de confort que nos impulsa a seguir haciendo lo de siempre y no intentar cosas nuevas. La vida es una sola y hay que tratar de tomar todas las oportunidades que se presentan. Subirse a los trenes que pasan. Que a veces no vuelven a correr por nuestra vía. La asistencia de un buen guía puede parecer innecesaria, pero en realidad es facilitarse muchísimo las cosas, ahorrarse varias temporadas de aprendizaje y además perderse innumerables situaciones de pesca.

Invitados por la organización de pesca de Nahuel Moral partimos hacia el Sur con la idea de relevar un ámbito que no suele defraudar, nos referimos al lago Filo Hua Hum (filo o filu es culebra en lengua de los pueblos originarios y hua hum, entre otras acepciones, sería cañada o abrirse cauce). De San Martín de los Andes hay que recorrer 27 km por la RN 40 hacia el sur y tomar por la RP 63 rumbo a Villa Lago Meliquina, hacer unos 27 km por esa ruta hasta pasar los puentes metálicos sobre los ríos Meliquina y Filo Hua Hum, y tomar hacia el Oeste por el desvío de la RP 64, a lo largo de un poco más de 7 km de camino de tierra hasta llegar a la cabecera occidental del Lago Filo Hua Hum. En este ámbito no está permitida la navegación a motor, por lo que para surcar sus aguas y pescarlo deberá ser desde botes, balsas o belly boats. Lo ideal es hacerlo en días no demasiado ventosos, contar con buenos remos y un buen remero, o sino recorrer sus costas y vadear los puntos donde se puede acceder caminando, especialmente la interesante boca de su tributario –el río Filo Hua Hum– en el sector Oeste, con la posibilidad de caminar el río aguas arriba, que también es un excelente pesquero.

En nuestro caso resolvimos dejar para la tarde el sector de la boca que además suele presentar interesantes eclosiones, y empezar navegando el lago hacia los paredones de la costa Norte, que temprano por la mañana suelen ser más rendidores ya que la sombra que proyectan las laderas escarpadas y la vegetación torna a las orillas más oscuras y amigables para los peces, que se sienten más protegidos y seguros que cuando avanza el día y la luz plena del sol invade las aguas cristalinas, exponiéndolos.

Casteando parejo

Un timonel y dos lanzadores por embarcación hacen un buen equipo. Lo ideal es que ambos pescadores tengan un cast parejo para que la ubicación del bote respecto de la costa sea cómoda para los dos. Si son los dos diestros o los dos zurdos es indistinta la ubicación en proa o popa, ahora si ambos lanzan con distinta mano, lo ideal es que se ubiquen dejando el brazo lanzador del lado del agua, es más cómodo y menos peligroso, ya que las moscas van a sobrevolar por sobre el agua y no por arriba del bote.

Las truchas en esta temporada –que nevó tanto y sigue el agua más alta que otros años– están abajo y para llegar allí se impone utilizar: cañas # 6, líneas de hundimiento, moscas tipo streamers montadas en anzuelos #4, #6 y #8 lastradas (con ojos de cadena, cabezas metálicas o alambre de plomo en la pata del anzuelo en su confección), líderes de no más de 6 pies que arrastren la mosca mejor hacia la profundidad. Si bien lastrando se complica un poco el lance, llegar rápido a la mayor hondura posible es lo apropiado. Hay muchas pancoras en este ámbito –especialmente en las zonas de fondos de piedras– y utilizar moscas que las imiten en tamaño y tonalidad es una forma de pescar con buenas chances de éxito.

Pegada al borde

La idea es navegar recorriendo paralelo a los paredones y lanzar hacia las orillas, que la mosca caiga prácticamente pegada al borde y estripear rápido ni bien cae, eso generalmente desencadena piques ya que los peces suelen estar muy atentos a esa primera franja de agua, por los pequeños peces que se mueven por ahí y por los organismos que pueden caer de la orilla hacia el lago. De esta manera pudimos capturar un par de lindas marrones y tres arcoíris en un tramo de unos 200 a 300 m de costa.

En la búsqueda constante e incansable que es la pesca, fuimos prospectando orillas y piedras cambiando moscas, cadencias y velocidades de recuperación y también honduras. Se practica el casteo de paso, la precisión y se lidia por momentos con la paciencia y la frustración. Como pasa en la vida. Hasta que un pique, en ese paraíso primigenio sin conectividad ni tecnologías distractivas, nos saca de golpe de la monotonía y nos devuelve a un presente de adrenalina y excitación. Como el surfer que espera por horas una buena ola y la disfruta solo unos instantes. Esa cumbre de emoción, ese presente mágico, esa trucha salvaje, vital y reluciente justifica todo.

La zona hasta la que navegamos es la que se conoce como La Laguna, una interesante bahía bordeada de juncos y con mucha actividad de peces que incluso se los percibía con actividad en superficie. Allí salieron a relucir las líneas de flote y, con los mismos equipos #6 y algún #4, intentamos la pesca con ninfas y con secas. Tener en la caja imitaciones de Caddis en tamaño #14 es tener una buena llave para abrir la puerta del pique. Toda esa cola del lago suele sorprender con alguna eclosión de Caddis y hay que estar atentos y preparados. Además de las pequeñas y efectivas Elk Hair, hay que intentar con alguna seca más grande que tiente a subir a una buena trucha. Van bien las Dragon Fly, Chernobyl Ant, Grass Hopper o Fat Albert. Y una mosca muy interesante y versátil –que anduvo muy bien con las arcoíris– fue la Stimulator. Respecto de ninfas, una que nos dio más de un pique lanzando cerca de los sectores más vegetados (con juncos y algas) fue la Dragon Nymph recogiéndola con estripeos cortos y lentos, y cada tanto alternando un tirón rápido y largo, tal como suelen desplazarse estos insectos. Cuando hubo un impasse en el pique aprovechamos a desembarcar en esa orilla y disfrutar de un rico almuerzo y una corta siesta en las hamacas paraguayas. Placeres ligados a la pesca y muy gratificantes.

La boca y el Partenón

Por la tarde navegamos hasta cercanías de la boca de desagüe del río Filo Hua Hum y, en esa boca, actuamos con estrímeres como Zonker, String Leech y Woolly Buggers olivas y negras, moscas que suelen resultar muy buenas en la zona baja con líneas de flote o con los mismos estrímeres y líneas de hundimiento en el profundo veril de la boca, lanzando y dejando bajar bastante el conjunto antes de empezar a recuperar. El brazo Sur de esa boca es bien arremansado (algunos lo llaman Quieto y su nombre en cartas y mapas en realidad es Partenón) aguas lentas con características de spring creek, muy interesante que puede deparar grandes sorpresas. Vale la pena dedicarle tiempo e intentar desentrañar sus secretos.

Así es la pesca en el sur cordillerano, una actividad que nos lleva a enfrentar situaciones complejas, resolver problemas y transitar laberintos diferentes a cada momento. Nos hace aprender a fuerza de ensayo y error, de éxito y frustración, de observación y análisis. Nos transporta a lugares fantásticos y a vivir experiencias fuertes. Logrando y viviendo cosas que jamás hubieran pasado si un día hubiéramos rehusado subirnos a ese tren de apasionantes oportunidades.

Mapa de la zona

  • Salidas de pesca: Nahuel Moral,  Instagram: @nahuefly, Cel.: (02944) 202592.
  • Artículos de pesca, outdoor y camping: Örök Outdoor / Fly Shop, Instagram: @orok_outdoor, Av. San Martín 713, Local B. Cuenca: la cadena de lagos que abastece de agua al Filo Hua Hum comienza en el Villarino, pasa al Falkner, al Nuevo y, finalmente el río Hua Hum.
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