18.2 C
Santiago del Estero
HomeEspectáculosLa marihuana en el cine argentino: cómo fue (y es) retratada

La marihuana en el cine argentino: cómo fue (y es) retratada

Mucho cambió desde “Humo de marihuana”, pasando por “Tiempo de valientes” y “El robo del siglo”.

“Tengo las manos como manteca. Blandas, como manteca caliente”, asegura Marcela, el personaje de Thelma Biral en Humo de marihuana, luego de darle un par de pitadas a un porro en medio de la desesperación que le produjo enterarse que su marido es gay. Lucas Demare filmó en 1968, cuando todavía la marihuana era demonizada al asociarse con la muerte y el narcotráfico, este clásico del cine cannábico que la crítica no se fumó y pidió en broma que se hiciera con la cinta “humo de celuloide” por su efectismo.

El camino que une cine nacional y cannabis había comenzado casi dos décadas antes, cuando León Klimovsky presentó en 1950 Marihuana, que al igual que la posterior película de Demare, se centra en un médico que desciende al por entonces oscuro mundo del narcotráfico para esclarecer la muerte de su esposa adicta.

Klimovsky comenzó Marihuana con la placa “esta película es un homenaje a nuestras autoridades, a quienes debemos que la Argentina de hoy, viva libre de esa temible droga”,y enseguida responsabiliza a El Viejo de la Montaña y su “secta de criminales enloquecidos por la droga” de la llegada a Occidente de “la hierba homicida”.

Diego Capusotto y Luis Luque, cuando presentaron “Pájaros volando”. Foto Marcelo Carroll

Desde la irrupción de Marihuana, que llegó a representar al país en la prestigiosa competencia oficial del Festival de Cannes, hasta hoy, la mirada del cine nacional sobre el cannabis cambió por completo. Prueba de ellos es Los visionadores, la película que estrenó Néstor Frenkel el año pasado protagonizada por Santiago Calori y Federico Rotstein, dos jóvenes amigos que se vuelven adictos a ver policiales argentinos en VHS tras haber descubierto el tratamiento cinematográfico del consumo de drogas.

Frenkel realiza una revisión histórica sobre el comportamiento del cine argentino frente a la marihuana. El cineasta aprovecha las películas de explotación de los setenta, con Enrique Carreras como su máxima expresión, para exponer la visión ridícula sobre la marihuana en tiempos de la dictadura.

Los drogadictos, con la secuencia antológica del trance de Graciela Alfano por un porro, es uno de los puntos más altos de esa mirada.

Sustancias

Frenkel también se da el gustito de incluir entre “las sustancias” que Santi y Roto consumen en video a la película ochentosa Sobredosis, de Fernando Ayala. Noemí Frenkel, la hermana de Néstor, interpreta allí a una joven descarriada que convence al protagonista Gabriel Lenn de fumar antes de volver a su casa, “total, si llegás un poco mambeado, te vas a la cama y listo”.

“Los visionadores”, de Néstor Frenkel: un caso de otro filme sobre la explotación sobre las drogas.

El joven despierta a su madre al entrar, tras romper tres botellas de gaseosa y buena parte de la vajilla familiar y sufre un ataque de risa histérica frente a la mamá, mientras se atraganta con una gelatina.

Los visionadores se convierte en otra película más de explotación sobre drogas, pero con la diferencia fundamental de que Frenkel prefiere la mera exposición de ese cine vetusto para evitar la bajada de línea, un clásico del género cannábico.

Esa madurez a la hora de mostrar la marihuana fue posible luego de décadas en las que cambió el perfil del fumador, que había comenzado con delincuentes que atentaban contra la familia argentina, luego pasaron a ser jóvenes condenados a muerte por “el flagelo la droga” tras haber perdido la contención en el hogar, y más adelante se llegó al hippie colgado, mucho más simpático e inofensivo.

El personaje de Diego Peretti, que hace uso y abuso de la marihuana, en “Más respeto que soy tu madre”.

Néstor Montalbano lo demostró en Pájaros volando en el viaje al Uritorco de Diego Capusotto y Luis Luque. Los comediantes interpretan a los exintegrantes de una banda de rock que se permiten rememorar tiempos pasados a orillas del río, faso en mano, en medio de una odisea en busca del contacto alienígena.

Diego Peretti consiguió en El robo del siglo con su Fernando Araujo, ideólogo del robo al Banco Río de Acassuso, darle la complejidad al fumador compulsivo que el cine nacional jamás había podido mostrar. Araujo planifica el robo en la película de Ariel Winograd con absoluta parsimonia, lejísimos de la imagen del fumón colgado.

El actor hizo uso y abuso de la marihuana, ya en un tono más tradicional, en la adaptación al cine de Más respeto que soy tu madre, al llenarse de maquillaje para interpretar a un pelilargo abuelo pizzero que no para de desubicarse y vuelve loca a su nuera. Peretti también fue desopilante en Tiempo de valientes, de Damián Szifron, como el psicólogo fumador primerizo que tiene una epifanía en un patrullero al descubrir que el Feliz cumpleaños y El payaso Plim Plim comparten melodía.

“Tiempo de valientes”, de Damián Szifron, con Diego Peretti y Luis Luque.

Los tiempos cambiaron y el avance social que se produjo en el país con respecto a la marihuana tiene su correlato en el cine nacional. Las películas sobre la militancia cannábica reciben apoyo del INCAA sin que nadie se asombre. El documental Madreplanta, de Lisandro Costa, Alejandro Espolsino y Francisco López, apoya la lucha de un colectivo de madres por la legalización del aceite de cannabis.

Juan Manuel Suppa Altman y Martin Rieznik recurren en el documental Una historia de la prohibición a la detención de un joven que puede ser condenado a quince años de prisión por tener aceite de marihuana medicinal para repasar y cuestionar, en voz del periodista Martín Armada, la guerra argentina contra las drogas.

El cine nacional acompañó a la sociedad argentina en el cambio de paradigma sobre la marihuana y el paso de la demanda de condena a consumidor y distribuidor por igual hasta llegar al reclamo de la necesidad de leyes que protejan a los usuarios.

POS

Mas noticias
NOTICIAS RELACIONADAS