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La fe, el lucro y la rebeldía, en una tragedia contemporánea que presenta el Teatro Cervantes

“Las manos de Eduviges al momento de nacer”, del libanés Wajdi Mouawad, está protagonizada por Vanesa González. Las razones para verla.

Un texto de autor libanés, criado en Canadá y residente en Francia, y un elenco y un director argentinos dan forma a Las manos de Eduviges al momento de nacer, la obra que se presenta en el Teatro Cervantes y que podría describirse como una tragedia contemporánea.

Premiado en Francia y reconocido en el mundo, Wajdi Mouawad nació en el Líbano, en una localidad cristiano maronita rodeada de minorías drusas, pero, debido a los conflictos bélicos, pasó su infancia entre Beirut y París. Y es el mismo dramaturgo que escribió Incendios, que tuvo una puesta en Buenos Aires en 2013, dirigida por Sergio Renán.

En Las manos de Eduviges..., traducida por primera vez al español por Julián Ezquerra, la historia tiene esa mezcla de idiosincrasias con las que se identifica el autor, amalgamadas por un drama bien universal. Hay algo de irrealidad y atemporalidad en la trama con elementos que bien podrían suceder en cualquier rincón del planeta.

“Las manos de Eduviges al momento de nacer” trnascurre en un sótano. Foto: Prensa TNC.

De qué trata la obra

El conflicto circula alrededor de una familia que vive con la angustia constante por la desaparición de una de sus hijas, a quien el pueblo cree muerta y, por ende, dispuesto a enterrarla. Pero no hay cuerpo. Sin embargo, los padres de la chica están decididos a simular un entierro, si es necesario, ya que eso les traerá un alivio económico. 

La única de la familia que no está dispuesta a ceder ante la farsa es Eduviges, quien cree que su hermana aún está viva, lo cual la enfrenta a todo el núcleo familiar, e incluso a toda la comunidad.

Pero eso no es todo: Eduviges tiene una rara condición que hace que, al rezar, sus manos emanen agua. Y en el pueblo lo consideran algo milagroso, otro motivo para que sus padres lucren, empujados por la desesperación.

El director Cristian Drut convocó a un elenco sólido, fundamental para dar vida a estos personajes que navegan entre el drama más hondo y la fantasía, acentuada por la niebla constante que enturbia pensamientos y razones, y logra una relato fluido a pesar de su agobiante dramatismo.

Con el protagónico de Vanesa González

Eduviges, interpretada por Vanesa González, es la joven que se rebela ante las instituciones: la familia, la religión, el sistema opresor y basado en el interés por el dinero, con una presencia intensa y siempre en equilibrio a pesar de la presión que recibe.

Sus padres, a cargo de Horacio Acosta y Matilde Campilongo son quienes representan fielmente ese universo del que ella quiere diferenciarse, con momentos que oscilan entre la codicia y la negación ante un dolor insoportable. Sus personajes, que parecen haber olvidado una cuota de dignidad, despiertan -por igual- rechazo y piedad.

Eduviges no encuentra otra forma de protegerse del exterior más que negándose a salir de un sótano donde todo es opresivo y restrictivo pero a la vez, donde aún guarda una esperanza por su hermana perdida. La puesta en escena, acotada a un espacio reducido, representando el sótano, también alude a la rigidez y la intolerancia, y surte efecto en el espectador.

El hecho de organizar un entierro sin cuerpo e imaginar una “salvación” gracias a ese simulacro y al milagro de las manos de Eduviges chorreando agua, como acto de fe, le dan cierto halo de realismo mágico al relato. El texto, por su parte, apela a lo poético, pero sin dar tregua a la crudeza de lo que está sucediendo ahí afuera, donde una horda de gente se va tornando más y más amenazante.

El elenco se completa con Eddy García, como Alex, el hermano que está dispuesto a convencer a su hermana, como sea, de que colabore en el falso entierro; Aldana Illán, como Esther, la hermana perdida quien representa los momentos más trágicos de la historia y, Sergio Mayorquin, como Vaklav, el novio de Eduviges y su único aliado.

Los tres saben imprimirle a sus personajes una identidad adecuada al contexto.

El lucro con la fe, el interés económico por sobre las necesidades individuales y la negación de una realidad que llega a tal punto que se convierte en violencia son algunos de los ejes que se desprenden de esta historia. El oportunismo oponiéndose a los sentimientos más profundos son parte del conflicto que enfrenta a los personajes.

Para algunos, el término “desaparecida” que sobrevuela la trama al referirse a una de las hijas podría tener conexión con una oscura etapa de la historia argentina. Pero, más allá de esa analogía, hay algo más universal y atemporal asociado a la opresión y la violencia que, históricamente, han sufrido millones de personas en todo el mundo.

El bosque y la niebla, adivinados entre las palabras de los personajes y las luces y sombras alrededor de ese sótano plantado en medio del escenario, se hacen presentes, casi tangibles, como personajes de carne y hueso. Y su fantasmal presencia no hace más que ahondar el choque entre lo anacrónico y lo moderno, provocando el dolor de una inevitable y perpetua tragedia.

Ficha

Calificación: Buena

Funciones: de jueves a domingos a las 18, en la sala Luisa Vehil del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Entrada: $800

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