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Qué hago acá, diario de viaje, día 9: la hora de comer, una complicación

No hay mucho tiempo para parar la máquina y los locales de comidas rápidas son la solución sencilla. Qué se come en Doha y cómo seguir una dieta sana sin morir en el intento.

En este tipo de coberturas, sin nada de tiempo para parar la pelota y tomarse un instante de ocio (lógico, estamos trabajando 24×7), las comidas suelen ser un problema. Y este Mundial, acá en Doha y alrededores, no es la excepción. Es que las rutinas se subvierten por la diferencia horaria (seis más que en la Argentina) y por los actuales métodos de producción de nuestro oficio, que nos obligan a estar siempre con la guardia alta como el River de Gallardo.

Toda esa complejidad atenta contra los buenos hábitos alimentarios. Mirando la foto y adivinando la generosa corpulencia que sigue abajo, usted me podrá decir, citando a Raúl Alfonsín: “A vos no te van tan mal, gordito”. Y, sí, tengo la ventaja del tanque de reserva. Pero todo tiene un límite.

Los nutricionistas, con quienes tengo un largo historia de fracasos pero también un par de batacazos, aconsejan siempre comer sano y descansar bien. Como se darán cuenta por lo que les estoy contando no estaríamos haciendo ninguna de las dos cosas.

Una tabla con comida típica de Qatar. Foto: @federicomacchi

No me quejo, claro. La idea no es dar pena. Todo lo contrario. Está buenísimo cubrir un Mundial o cualquier evento de esta magnitud. Es súper gratificante y un gran desafío. Pero pasada una semana y con apenas dos días de competencia, el cuerpo va pasando factura de los desarreglos y el cansancio. Así las cosas, sumado a un jet lag que nunca se acomoda, obligan a no equivocarse en las elecciones.

¿Elecciones de qué? La elección de la comida. Es que resulta muy atractivo ir probando los platos típicos de Qatar. Es una cultura gastronómica completamente diferente a la que estamos acostumbrados en el extremo sur de América. Entre la ignorancia y el picante que aparece como invitado especial en casi todos los platos, la elección del almuerzo y la cena -el desayuno es fatto in casa puede terminar siendo un mal trago.

Es cierto que uno puede ser más resultadista que Bilardo. Nada de picar la pelota en el penal. Fuerte al medio y apostar por los locales de comida rápida que hay por todo el mundo para saciar el hambre sin riesgo de complicaciones. Sin embargo, vivir 40 días, o los que dure este periplo, a hamburguesas y papas fritas, pollo frito o pizza, no sería lo más sano de la historia de la humanidad.

En qué quedamos, estarán pensando ustedes. No quiere ni fu ni fa. No hay comida que le venga bien… Ni la típica ni la chatarra. No es tan así, aunque no hay nada que equipare a las milanesas de Puppi. Hay platos que son muy sabrosos. La mayoría vienen acompañados con arroz, como sucede en todos los países de este lado del mundo. Es sabido, el arroz, como el pan, sirve para apaciguar los efectos de los picantes. Y es la gran base de toda comida, como decía la vieja  publicidad de los ochenta. 

Además es la base del machboos, que es un plato que suele ser menú tanto en los restaurantes como en los hogares cataríes. También conocido como kabsa se consume en muchos hogares y restaurantes de Qatar. Se cocina con arroz, como les dije, distintas especias y pescado o carne. ¿Qué carne? Pollo, cordero, langostinos o camello… Creo que me tocó pollo. Pero no terminamos de entendernos con el mozo que tenía un inglés aún más rudimentario que el mío.

Así luce el machboos.

El otro día me termine de dar cuenta por qué el pan árabe tiene esa forma. Ya lo había visto en películas y también en canales gastronómicos, pero acá me terminó de caer la ficha Se come, claro, en general con las manos. Se usan los tres dedos que nosotros usamos para hacer montoncito o tildar a alguien de cobarde (ca…), pero se apuntan para abajo y se usan como pinza.

El pan es el envoltorio ideal para levantar la comida. Así se puede comer todo tipo de comida. Yo probé una especie de antipasto que tenía hummus, un escabeche de olivas (qué fino, decile aceitunas), una caprese deconstruida (todo picado chiquito), una especie de ensalada rusa y una pasta picante que casi me hace una mala jugada.

Por suerte, a la hora del postre, tuve un acierto fenomenal. Y eso que las fotos del plato lucen mucho más suculento porque tiene una mejor consistencia. Basta de misterio. El postre se llama Umm Ali, que quiere decir “La madre de Ali”. En realidad es de origen egipcio y es una especie de natilla que tiene una pasta de hojaldre -también puede ser pan- almendras y pistachos picados. Se lo suele servir caliente, pero también se puede comer frío. Es un manjar.

¿Cuánto cuesta? En los fast food arrancan cerca de los 10 dólares el combo. En restoranes un poco más nutritivos y elaborados, la cuestión, como mínimo, se triplica.

Esta historia continuará…

Doha, Qatar. Enviado especial.

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