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¿Es gripe o Covid?: la primera pista para descubrir el posible origen de los síntomas

Lo confirman los médicos: los síntomas del Covid y la gripe son muy parecidos, tanto que que se vuelve realmente difícil determinar la causa de la tos o la eventual fiebre que sufre un paciente si no se le realiza un hisopado que garantice la certeza.

El acertijo es moneda corriente en este momento de ambigüedad sanitaria. Sería más sencillo de resolver si el sintomático supiese que ha sido contacto estrecho de un positivo de Covid. Pero ese norte, clave como respuesta ante la bifurcación de las infecciones respiratorias, se pierde en la medida que los testeos han pasado de ser regla a excepción.

Hoy, muchos casos de coronavirus no son diagnosticados, justamente porque se testea cada vez menos. El concepto de contacto estrecho se ha vuelto casi una abstracción. Hay que buscar la brújula entonces en otro cajón. Recordar la historia reciente. Matizar este desafiante presente epidemiológico con la fidelidad de “datos ancla” ante la incertidumbre.

En los peores días de la tercera ola, con Ómicron a sus anchas en pleno enero, casi no había chances de que una persona con síntomas gripales tuviera gripe. Era Covid. Tanto era así que llegó un momento en que el Gobierno decidió dejar de hisopar a la mayoría de los argentinos. Era Covid por default.

En aquel momento, más de siete de cada diez testeos arrojaban como diagnóstico coronavirus, aunque hay que aclarar que aún había una gran proporción de contactos estrechos sin síntomas que eran pasibles de ser hisopados. Es decir, había más chances de que en esa porción de las muestras hubiese negativos. Luego eso cambió.

Testeos en La Plata el 13 de enero, cuando todavía se hisopaba a todos. Foto: Télam

Ahora, si hoy una persona con tos y fiebre concurre a un hospital, ¿es más probable que tenga Covid o gripe? La pregunta que interpela a los profesionales de la salud exige como nunca los insumos que permitirían arribar a un diagnóstico ajeno a toda duda. Una revisación clínica no basta.

Arnaldo Casiró, jefe de Infectología del Hospital Alvarez, recuerda en diálogo con Clarín el escenario que se dio al comienzo de la pandemia en el país, en marzo de 2020, y que duró poco: “En aquel momento se hacían los dos hisopados, uno de Covid y otro de gripe, algo que se debería volver a hacer”.

Pero más allá de esos elementos indispensables para saber, por ejemplo, si un paciente debe permanecer aislado más o menos días, hay un dato epidemiológico que puede ayudar a determinar, a priori, la probabilidad de que una persona tenga Covid, gripe u otra cosa.

Ese dato por estas horas contrasta con aquel otro de enero, cuando siete de cada diez testeados daban positivo. La realidad actual es completamente diferente: apenas una de cada diez personas que concurren a hisoparse se lleva un resultado positivo. Los otros nueve dan negativo. Es decir, la causa de sus síntomas era otra.

A partir del nuevo protocolo de testeos, el gran universo de testeados es sintomático, por lo que aquellas personas cuyo test de Covid da negativo pasan a integrar automáticamente el grupo de los que podrían tener gripe, sobre todo en un momento de alta y prematura circulación de la cepa H3N2, que ya ameritó un alerta del Ministerio de Salud.

Hoy los grupos de riesgo están vacunados contra el Covid y todavía no contra la gripe. Foto: Reuters

Esa alerta recomienda “a los equipos de salud sensibilizar la sospecha clínica de enfermedad tipo influenza e implementar medidas de prevención por vacunas y cuidados especialmente en los grupos con mayor riesgo de desarrollar complicaciones, como los adultos mayores de 65 años, personas gestantes, niños menores de 2 años, y quienes tengan factores de riesgo”.

Hay que tener en cuenta, también, que hoy la población de riesgo está vacunada contra el Covid y no contra la gripe. Las vacunas contra la gripe recién empezarán a ser distribuidas en las provincias el próximo lunes. Y se estima que el viernes 25 de marzo se darían las primeras aplicaciones.

Tras la reunión del Consejo Federal de Salud de este viernes, el Ministerio de Salud comunicó: “Actualmente tenemos una población con alta inmunidad contra el SARS-CoV 2 (natural y por vacunas), pero susceptible a otros virus respiratorios que hace dos años no circulan o tuvieron baja circulación”.

El dato estadístico que ayuda a poner en contexto los síntomas es entonces el de la positividad del Covid, que fue bajando paulatinamente hasta ubicarse en los últimos días de esta semana en torno al 10 por ciento. El jueves hubo 4.577 casos y 46.556 testeos. Positividad del 10,17. El miércoles, 4.681 contra 47.676. Positividad del 9,81 por ciento. Pandemia bajo control.

Las cifras de este viernes desorientaron a todos. El parte no encajaba con la lógica de la curva. De golpe, los casos superaron los 14 mil y la positividad trepaba al 25 por ciento. Luego se informó que se debía -como en otras oportunidades- a una carga de 9-500 casos extra detectados entre enero y febrero: la positividad mantenía su cauce.

Los síntomas se confunden y determinar la causa de la infección es un desafío.

En la medida que la tasa de positividad del Covid continúe bajando, también será cada vez menor la posibilidad de que una persona que se testee dé positivo. Por el contrario, cuando ese índice suba, aumentará la probabilidad de que el sintomático padezca efectivamente Covid.

Es sólo una primera pista, claro. Un dato al alcance de la mano de cualquiera, entre los números que se difunden a diario. Y uno de los buenos motivos para que la confianza en los registros no se desvirtúe. Aunque luego haya que confirmar o descartar con una prueba de laboratorio la sospecha inicial.

Podría argumentarse que con el cambio de protocolo en los testeos la estadística adopta indefectiblemente un sesgo. Es decir, si el requisito para ser testeado es ser mayor de 60 años o paciente de riesgo -salvo excepciones como en la Ciudad-, sólo se sabrá qué porcentaje de esos dos grupos ha dado positivo y poco se sabrá del resto.

Como consuelo queda que el sesgo en la curva de positividad es una constante desde fines de enero, por lo que el descenso aporta igual un dato valorable. Aunque no del todo representativo. No tanto como si, tal como sucedía antes, los hisopados -y no el criterio clínico epidemiológico- permitiesen conocer con mayor precisión el comportamiento del Covid en la población social y laboralmente más activa.

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