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Covid-19: cuántas muertes evitó la vacuna en la tercera ola y cuántas la “piedad” de Ómicron

El recitado arrabalero vuelve a darle letra al guión de la pandemia: “Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. ¿Cuándo?… ¿Pero cuándo?… Si siempre estoy llegando”. El Covid-19 registra por estos días rebrotes en Europa y Asia y reinstala la sensación de que la tregua endémica no fraguaría tan pronto como el mundo desea.

Argentina sigue gozando de un “veranito” de casos, aunque los ministros Fernán Quirós y Nicolás Kreplak prevean ya una cuarta ola para abril o mayo. Mientras tanto, la supremacía absoluta de Ómicron y la consolidación de las estadísticas en el epílogo de la tercera ola permiten sacar conclusiones sobre la interacción de las dos curvas más importantes: vacunación y muertes.

La primera conclusión es que aun bajo la bonanza de Ómicron -más contagiosa pero menos agresiva-, la letalidad medida en el lapso de esta tercera ola ha sido nueve veces mayor en los no vacunados que en los vacunados con dos dosis. El dato confirma que pese a que se trata de un virus más “amigable”, la vacunación sigue siendo el factor desequilibrante.

Según datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación, la mortalidad entre los no vacunados fue del 0,0063 por ciento (6,3 muertes cada 100 mil personas sin vacuna). Entre los vacunados con dos dosis, en cambio, la letalidad fue del 0,0007 por ciento (0,7 cada 100 mil).

Entre los vacunados con una sola dosis, la proporción de muertes fue del 0,0016 por ciento (1,6 cada 100 mil). En este caso la reducción con respecto a los no vacunados fue del 3,93 por ciento, menos de la mitad que en el caso de los vacunados.

Una fila para testearse en la Ciudad el 11 de enero, plena ola de Ómicron. Foto: Luciano Thieberger

Eso permite inferir que si bien Ómicron fue epidemiológicamente más amable que las variantes anteriores, el resultado no hubiera sido el mismo si el 80 por ciento de la población no hubiera estado vacunado, como lo está. Con tres dosis, en cambio, la cobertura en el país aún no alcanza el 40 por ciento.

La otra conclusión surge al comparar el nivel de letalidad de la tercera ola con el de la segunda. Datos oficiales de junio de 2021 -predominio local de la variante Gamma- indicaban que la proporción de muertes de personas con dos dosis con respecto a los casos era del 0,003 por ciento (3 cada 100 mil). Esto es 4,28 veces mayor que la actual.

En el contraste de las curvas surge, para graficar la diferencia, que de cada 10 muertes de personas con el esquema de vacunación completo a mediados del año pasado, ahora se produjeron sólo 2,33.

El “guiño” de Ómicron a la humanidad -en su objetivo de reproducirse más y matar menos- queda en evidencia al comparar cómo impactaron una y otra ola en aquellos que sólo tenían una dosis de vacuna.

La letalidad con una sola dosis en la tercera ola fue del 0,0016 por ciento, mientras que en la segunda ola ese promedio fue del 0,04 por ciento. Es decir, 25 veces más. En los datos difundidos en 2021 no figuraba la letalidad entre los que no tenían ninguna dosis de vacuna, por lo que esa comparación no se expresa.

Un hisopado en Villa Elisa, La Plata, durante la tercera ola de Covid en Argentina. Foto: Télam

De todos modos, a juzgar por la relación entre olas sobre los vacunados con una sola dosis, se infiere que con Ómicron la inmunización activa como recurso para salvar vidas habría sido menos determinante que con Gamma. Aunque ese dato no repara en la singularidad de cada vida extra salvada y sólo sirve para la estadística.

Estar vacunado -además- no sólo es relevante para la protección individual contra la enfermedad grave y la muerte, sino también como freno a la circulación del Covid y la ralentización de la aparición de nuevas variantes, aun cuando con Ómicron la vacunación haya sido menos eficaz como barrera para los contagios.

La causa de la menor letalidad natural de la última variante que se expandió desde Sudáfrica fue explicada ya por los expertos en función de la forma en que ataca el organismo, con un mayor compromiso de las vías aéreas superiores que de las inferiores, lo que implica una menor susceptibilidad de los pulmones.

Letalidad promedio

Todo esto se evidencia, también, al revisar las cifras de la letalidad promedio de la tercera ola en Argentina con repecto a la segunda. En la curva que va del 15 de diciembre de 2021 al presente hubo cerca de 9 mil muertes y más de 3,3 millones de casos. El índice fue del 0,27 por ciento, lo que incluye tanto a vacunados como no vacunados.

En la ola que se extendió entre el 20 de marzo al 20 de agosto de 2021, hubo más de 50 mil muertes y poco más de 2 millones de casos. La proporción de contagios mortales fue del 2,48 por ciento. Es decir que la relación de muertes con respecto a casos se redujo en estos últimos meses, en promedio, 9 veces.

Estas conclusiones podrían ser útiles de cara a la cuarta ola, navegando sobre la subvariante BA.2 de Ómicron, más contagiosa y presuntamente más agresiva que la BA.1. La OMS descartó bautizarla con otra letra griega -tal vez para solapar la curva del pánico-, aunque una investigación japonesa concluyó que se trataba de una variante diferente.

Como sea, el desafío será que el ritmo de vacunación no decaiga y, en la medida de lo posible, no subestimar como alerta sanitaria aquellos versos emblemáticos con los que Troilo driblaba en “Nocturno a mi barrio”.

PS

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