Estamos intentando retomar ese ritmo obligatorio propio del mes de marzo, pero nos sentimos como si estuviéramos en octubre, noviembre. Como si enero y febrero no hubieran tenido esa impronta y esa desaceleración propia de todo descanso.
Retomar rutina siempre es dificultoso y en ocasiones, dependiendo que tan prolongadas fueran las vacaciones, puede resultar hasta traumático.