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Dos años de Covid en Argentina: 5 claves que explican más de 126 mil muertes y un alerta

Este jueves 3 de marzo se cumplen dos años desde que el primer caso de Covid-19 se registró en Argentina: un hombre de 43 años regresado de Milán que por precaución quedó internado en el sanatorio Agote. Era asintomático.

Transcurrido todo este tiempo, y cuando la pandemia parece estar dando un respiro, surgen algunas conclusiones que pueden resumirse en cinco aspectos clave para analizar la forma en que se manejó la crisis sanitaria en el país y los resultados obtenidos.

El traslado del primer caso confirmado de Covid en Argentina, el 3 de marzo de 2020, Foto: Imagen de TV

1- Muertes

El resultado más dramático de la crisis es cuánto le ha costado en vidas a cada nación la pandemia de Covid. En el caso de Argentina fueron hasta el momento más de 126 mil, lo que la ubica en el puesto 13° a nivel mundial. Un promedio de 173 muertes por día, 7 por hora o una cada 8 minutos.

Un dato llamativo es que sólo dos países en el mundo con menos población que el nuestro nos anteceden en cantidad absoluta de muertes: Perú y Colombia. Todos los demás son más populosos.

Si bien a priori podría pensarse que las sociedades más envejecidas deberían haber tenido peores resultados, eso fue sólo así en el comienzo de la pandemia. Las estadísticas actuales indican que cuando la variable de la vacunación entró en juego esos países lograron proteger a los más vulnerables y compensar sus tasas de letalidad.

Argentina se ubica hoy en el puesto 22 del mundo en muertes por millón de habitantes, según datos oficiales que recoge el sitio Worldometers. Por encima -es decir, con peor performance- sólo se ubican dos países sudamericanos, Perú y Brasil, casi todos los países de Europa del este y Estados Unidos.

Alberto Fernández y su ex ministro de Salud, Ginés González García, en diciembre de 2019, antes de que la pandemia llegara al país.

El resto de Latinoamérica, Canadá y Europa occidental han sufrido una menor proporción de muertes en relación al tamaño de sus poblaciones. Italia, Inglaterra y España, que en la primera ola habían padecido consecuencias devastadoras, con sus campañas de vacunación lograron remontar esa debacle inicial: hoy se ubican en los puestos 25, 32 y 38 del ranking, respectivamente.

2- Letalidad

Esta variable se asocia al punto anterior, pero su índice ya no surge de la proporción de muertes por habitantes, sino de casos fatales por cantidad de testeos positivos. El indicador de Argentina es actualmente de 1,41 por ciento, algo por encima del índice mundial que se ubica en 1,36.

En América del Sur, los países que registran hasta el momento una letalidad superior a la de Argentina son Perú (5,98 por ciento), Ecuador (4,25), Paraguay (2,80) Bolivia (2,39), Colombia (2,28) y Brasil (2,25). Por debajo están Chile (1,37) y Uruguay (0,82). Se da una constante: los países mejor ubicados en la región superan también a la Argentina en testeos por millón de habitantes; los que están peor, muestran un mayor déficit en esa materia.

En Europa y Estados Unidos, esa relación entre mayor cantidad de testeos y menor tasa de letalidad también se da, pero allí se agrega un elemento extra que hace más complejo y revelador el análisis: en Europa la tasa de letalidad es del 1,09 por ciento, en promedio, con una tasa de testeos por millón de habitantes que casi triplica la de Argentina.

En Estados Unidos la tasa de letalidad es del 1,20 por ciento y la de testeos es cuatro veces la de Argentina. Los diferentes porcentajes de población vacunada en europeos y estadounidenses (mayores en el primer caso que en el segundo) dejan en evidencia la relevancia determinante de la vacunación como reductora de la letalidad, dejando en segundo orden la herramienta de los testeos.

3- Contagios

Argentina se ubica en el puesto 56 en casos registrados por millón de habitantes. Por encima de nuestro país -con mayor proporción de casos- hay varios que no han visto traducida esa condición en un mayor porcentaje de muertes, sino lo contrario.

En ese grupo aparecen Francia, Israel, Reino Unido, Italia, España, Suecia y Uruguay. Esto significa que a pesar de haber registrado más infecciones que Argentina en términos proporcionales, lograron reducir el impacto mortal de las mismas.

En términos absolutos, Argentina es uno de los países que más contagios de Covid ha tenido: cerca de 9 millones. En este caso, no existe otro territorio en el mundo con una población igual o menor que haya tenido semejante cantidad de casos de Covid. Argentina se ubica en el puesto 11° del ránking mundial y los diez que la anteceden poseen una cantidad de habitantes mayor.

Otro dato importante: uno de cada tres casos de Covid registrados en el país se dio durante la ola de Ómicron. Eso permitió que el promedio histórico de la tasa de letalidad descendiera -una tendencia global-, producto de que la última variante fue menos agresiva y de que la población ya contaba con una cobertura vacunal relativamente satisfactoria.

4- Vacunación

Fue la principal variable de ajuste entre los casos y las muertes. Su poder en el mundo ha tenido consecuencias valorables en función de su cantidad e intensidad, pero sobre todo por la oportunidad. Ha quedado demostrado que los países que pudieron vacunar antes a sus poblaciones más vulnerables, terminaron sufriendo menos muertes.

No fue el caso de Argentina, cuya segunda ola -a caballo de la variante de Manaos- provocó estragos antes de que la vacunación alcanzara proporciones saludables. La provisión y administración de vacunas no ganó ímpetu sino hasta mediados de 2021, tras las demoras en el arribo de los dos principales inoculantes a los que Argentina había apostado: AstraZeneca y Sputnik V.

El país cerró contratos con los laboratorios estadounidenses Pfizer y Moderna recién en agosto de 2021. En el medio, buscó un salvavidas en el laboratorio chino Sinopharm, vacuna que terminó siendo la de mayor stock en el país pero demostró los niveles más bajos de eficacia entre las disponibles en el portfolio local.

La demora más relevante se dio finalmente en el contrato con Rusia. Si bien fueron las primeras vacunas en llegar al país a fines de 2020, para que Argentina pudiera comenzar su campaña de inmunización, aún resta la entrega de casi la tercera parte de los 30 millones de dosis comprados a Rusia, que por otra parte no ha obtenido aún para su fármaco la venia de la OMS.

La ministra Carla Vizzotti en abril de 2021 en el centro de vacunación del hospital Garrahan. Foto: Mario Quinteros

La vacunación en mayor escala coincidió con un descenso de las muertes. El 14 de julio el país llegó a las 100 mil y desde entonces sumó la diferencia, a razón de 114 decesos por día, el equivalente a casi cinco por hora o uno cada 12 minutos.

En 417 días de vacunación, desde el 29 de diciembre de 2020, el país aplicó un promedio de 224 mil dosis por día. El 7 de enero pasado se alcanzó el récord de vacunas aplicadas en 24 horas, con 560.558.

5- Testeos

Fue otra variable clave de los Estados para controlar la pandemia. Argentina nunca logró hacer de su política de testeos una aliada contra el Covid. Aunque no se trató de un déficit privativo de nuestro país, sino que su carencia incidió en toda la región, con excepción de Chile y Uruguay.

El hecho de que Argentina se ubique en el puesto 56° en casos registrados por millón de habitantes y en el 22° en muertes por millón podría tener parte de su explicación en este punto: la cantidad de infecciones sin registro por escasez de testeos. La cifra que lo evidencia es la de testeos por millón de habitantes; Argentina se ubica en el puesto 101 del mundo.

La incapacidad de testear preventivamente, una constante desde el comienzo de la pandemia, terminó de quedar en evidencia con la última ola de Ómicron, cuando la demanda de hisopados hizo colapsar los centros de testeo en varias ciudades del país. La recomendación del Gobierno nacional fue entonces acotar los testeos sólo a grupos específicos. Algunas provincias acataron el consejo y otras no.

Testeos en la Rural en plena ola Ómicron, el 19 de enero pasado. Foto: Luciano Thieberger

Alerta

Luego del huracán Ómicron y con las curvas de casos y muertes en baja, existe la sensación social de que la pandemia empieza a quedar atrás. El presidente Alberto Fernández había intentado adelantarse a este presagio cuando instaló un relato post pandemia tras la derrota en la PASO de 2021. Pero llegó Ómicron. Ahora, en su discurso de este martes en la apertura de sesiones del Congreso, fue más cauto“La pandemia no ha terminado”.

Un hombre es vacunado en la Casa del Bicentenario, en Avellaneda, el 6 de enero pasado. Foto: Xinhua

Como sea, hay un evidente relajamiento de los cuidados sanitarios cotidianos, algo que parece traducirse también en la displicencia que adquirió en febrero el operativo de vacunación en Argentina. Durante el último mes, el promedio diario de inyecciones aplicadas rondó las 200 mil dosis, aun cuando hay 8 millones de vacunas en stock distribuidas en las provincias y sólo el 37 por ciento de la población ha recibido la dosis adicional o de refuerzo.

Habrá que ver si superado el periodo vacacional se recupera el ritmo en los centros de vacunación. Si bien subyace la esperanza de que la pandemia se vuelva pronto endemia, el coronavirus ha demostrado en estos dos años que lo aconsejable es no subestimar sus potenciales giros inesperados.

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