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Infectólogo de Pfizer: “El 30% de los chicos sanos puede tener enfermedad grave por Covid”

No se lo vio venir en sus años como alumno de Medicina de la UBA ni tampoco en la residencia en el Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez”, cuando volanteaba hacia la pediatría infectológica bajo el ala de “maestros como Eduardo López o Daniel Stamboulian”. Alejandro Cané posiblemente nunca imaginó que en sus cincuentas viviría una pandemia. Que terminaría inclinado a la comunicación de la salud a través del gigante Pfizer, juntando datos duros para edificar un discurso irrefutable, claro, convincente y (cualidad irrenunciable) verdadero acerca de un virus impredecible. La ciencia y la retórica serían sus armas. Su meta, la vacunación contra el Covid.

Y, sin embargo, ahí está, cómodo en su rol. En el allá de la computadora luce descontracturado pero corporativo. La videoentrevista con Clarín se desenvuelve con precisión germánica. Sería en inglés, pero resulta que Cané es argentino. De esos con una pata acá y otra allá porque “la familia se quedó”.

Desde 2019 lidera el área de Asuntos Científicos y Médicos para América del Norte de la División de Vacunas de Pfizer. A sus espaldas se recorta un cartel con el logo de la farmacéutica que produce las vanguardistas “ARN mensajero”. Esas vacunas que en 2021, a mayor urgencia, más se hacían desear. 

“La clave es comunicar el Covid en forma transparente”, aseguró Alejandro Cané, referente de vacunas de Pfizer.

Pero llegaron y se vienen administrando a chicos y adolescentes desde los 12 años. Además, son el refuerzo para miles de adultos. Y ahora llegan para los chicos de 5 años para arriba. 

En la entrevista sobrevuela una propuesta que Cané repite cada vez que puede: superar cualquier cuestión de marca. En cambio, informar datos duros para estimular la vacunación pediátrica.

Clarín le recuerda que si bien la cobertura en chicos es buena, hay diferencias inquietantes entre las provincias. Mientras el 70% de los menores de 3 a 17 años del radio porteño tienen dos dosis, en Chubut es 45%. En Misiones, 32%. Cané, metódico, escucha.

-Hay pediatras que les sugieren a las familias “esperar” antes de vacunar a los chicos. ¿Qué les diría a esos médicos?

-Hoy hay suficientes datos que indican que las vacunas, todas las que están en el mercado, son eficaces: sirven para prevenir la enfermedad y la muerte por Covid. Y mostraron seguridad. El efecto adverso asociado a la vacunación es infinitamente menor que la complejidad del virus per se. En la relación riesgo- beneficio, vacunar tiene un riesgo muy menor frente a la infección. Ahora bien, si esto lo llevás a un año atrás, mucha de esta información no estaba disponible. Recordarás que la SAP (Sociedad Argentina de Pediatría), como no tenía la información, no recomendó las vacunas pediátricas. Pero cuando tuvo la información sacó un documento público aconsejando vacunar a los chicos.

-¿Cómo se podría haber evitado ese ida y vuelta?

-El secreto es que la información esté disponible. También hay un tema de cómo comunicamos los datos que tenemos. Si se hace de forma transparente y clara, la gente entiende y sabe manejar bien el riesgo-beneficio. Pensar que un niño va a tener la enfermedad leve o asintomática solo porque es chico, es un error, más aun teniendo vacunas seguras que le van a producir un beneficio a él y a la comunidad en la que se mueve. No vacunar es una decisión muy egoísta.

-En 2020 se decía que los chicos solo eran vectores del Covid. ¿Cómo afectó la gestión de la pandemia esa concepción inicial?

-En realidad se decía que a los chicos les afectaba menos. El tema es que los virus son muy democráticos: no hacen distinción de género, etnia o condición social. Sin embargo, el SARS usa un receptor que se llama ACE, que está más expresado en adultos, y así se fue expandiendo. Ya vamos por la cuarta ola a nivel global y cada una impactó a grupos más jóvenes. En la primera ola fueron los mayores de 65. En la segunda, los adultos jóvenes, que tenían mayor movilidad y no tomaban muchas medidas de protección. En la tercera, los adolescentes. Ahora, los más chiquitos, aunque no sea una enfermedad de niños, como es la influenza.

-Pero en los chicos también hay casos de enfermedad severa…

-Sí. El 30% de los chicos completamente sanos desarrollan la enfermedad grave por Covid. No solo en Argentina: a nivel mundial, hay un 30% que de chicos sin ningún factor de riesgo que desarrolla la enfermedad grave. “Grave” significa que los hospitaliza y los puede llevar a la muerte. En cualquier caso, tampoco hay factores de riesgo identificados para el Síndrome Inflamatorio Multisistémico, reacción desmedida que puede producir daño renal, pulmonar o cardíaco y que es más común en chicos; y para el “long Covid”, los síntomas que se sostienen en el tiempo. Cualquiera puede desarrollarlas. Razón por la cual no vacunar es tomar un riesgo innecesario.

-En distintos momentos de la pandemia hubo tensión por el acceso a la información. ¿Cuán entendible es que los médicos que tenían dudas reclamaran acceso a los papers y documentos que la ANMAT ya había revisado?

-Que la información esté disponible es crucial para generar confianza. Generar información clara y transparente es la única forma de evitar las fake news o el miedo asociado a lo desconocido. La aprobación de una vacuna de parte de autoridades como la ANMAT, que es tremendamente prestigiosa, es muy valioso. Lo digo con orgullo argentino, independientemente del Gobierno de turno. Que las sociedades médicas apoyen, es lo que ha ocurrido siempre. A veces hay una cuestión de timing de cómo se comunica, pero tener la información disponible, para nosotros, los profesionales de la salud, es crucial.

-Hablando de orgullo, ¿qué sintió cuando supo que Argentina aprobaba casi antes que nadie una vacuna contra el Covid (la de Sinopharm) para chicos desde los 3 años? ¿Pensó “está bien”, “es aventurado”, o qué?

-Confío mucho en la capacidad técnica de los expertos de la ANMAT. Soy parte de las distintas sociedades médicas: la de pediatría, la de infectología, la de infectología pediátrica. Me formé con varios de los expertos que asesoran en materia de vacunas. Si bien es cierto que la información no estuvo disponible, Argentina estuvo a la vanguardia en materia de vacunación. Pensá que fuimos (y digo “fuimos” porque me siento parte de la decisión) los que testeamos la vacuna ARNm de Pfizer en más de 6.000 sujetos, lo que ayudó a tenerla disponible en todo el mundo. No hace más que demostrar que tenemos la capacidad para poder hacer cosas buenas. Para nosotros y a nivel global.

-Sin embargo, parte de la población no está vacunando a sus hijos. ¿Cree que las familias que se resisten a inmunizarlos con Sinopharm van a querer vacunarlos con Pfizer? ¿Por qué?

-No entraría en la discusión de con qué vacuna se vacuna. Puedo decir, con datos concretos, que Pfizer mostró ser eficaz en un estudio clínico con más de 2.500 chicos. Vamos más de ocho meses de seguimiento y mostró un 100% de eficacia para prevenir enfermedad grave y la hospitalización desde los 5 años, con un perfil de seguridad mayor que el que tiene para adultos, que en sí es muy bueno. Se hicieron estudios de riesgo-beneficio. El que más prensa tuvo es la miocarditis. Pero se vio que el riesgo es 30% más alto (abrumadoramente superior) en quienes sufren Covid, en comparación a los que reciben la vacuna.

-Siguiendo con el segmento pediátrico, ¿la FDA le puso “peros” al desarrollo de Pfizer para bebés desde seis meses?

-Lo cuento en primera persona porque soy responsable de la interacción con la FDA y con los CDC en Estados Unidos. No fue una traba. Para tener la autorización de la FDA comparamos la respuesta inmunológica después de dos dosis en los niños de 6 meses a 4 años, en comparación a adultos de 16 a 25 años, quienes integraron el estudio clínico pivotal, justamente, el que mostró que la vacuna era eficaz y segura. Las dosis tenían que ser tan buenas en bebés como en adultos, pero vimos que con dos dosis no se alcanzaba el mismo nivel de anticuerpos, por una cuestión de inmadurez inmunológica. La decisión, tanto de Pfizer como de la FDA, fue dar una tercera dosis. Y por eso el estudio se alargó. Vamos a tener información para fines de marzo o mediados de abril. No tengo dudas de que la vacuna va a ser autorizada.

-¿Cómo va a quedar el calendario de vacunación contra el Covid de acá en más?

-No lo sé. Mi opinión personal es que vamos rumbo a una endemia. Es decir, el virus convivirá con nosotros, tal como pasa con la gripe. Creo que vamos a tener vacunaciones anuales de acuerdo al subgrupo de virus que circule. Ahora tenemos Ómicron; por ahí aparezca otra variante y haya que ajustar la vacunación. Pero creería que va a ser una vacunación anual con priorización de las personas de mayor riesgo. Un approach similar a la gripe.

-Como argentino que vio desde afuera estos dos años, ¿cómo se podría haber mejorado la comunicación de la pandemia, por ejemplo, la dirigida a los jóvenes?

-Doy una respuesta sesgada. Tengo tres hijos adolescentes. No soy el promedio de la comunidad porque me vieron trabajar en vacunas en los últimos dos años, pero ellos querían vacunarse. Creo que en los últimos meses, la comunicación ha mejorado bastante, tanto en vacunación como en cuanto a las medidas de protección. La información, en general, con altos y bajos, ha sido bastante buena. Siempre hay cosas para mejorar; no solo en la parte de la comunicación sino también en la forma como se desarrolla la información. Hoy el foco hay que ponerlo en las provincias que tienen la vacunación demorada en los niños. La única forma real de retomar una vida normal es tener a la mayor cantidad posible de población vacunada.

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