El elenco resultó una selección de actores, aunque por entonces muchos no eran tan conocidos. Sin embargo, por el que más debió pelear Coppola fue por el más famoso.
Entre todos los elogios y reconocimientos que El Padrino recibió a lo largo de 50 años, el obtenido por el elenco es uno de los más salientes. Los protagonistas de este clásico representan una verdadera selección actoral. Sin embargo, al entonces joven y poco conocido director de la película, Francis Ford Coppola, le costó imponer lo que con el tiempo luego se reconocería como un reparto estelar.
Hubo dos nombres por los que debió poner el cuerpo para convencer a los directivos de la Paramount Picture, y se trató nada menos que de los dos personajes centrales: Vito Corleone (Marlon Brando) y Michael Corleone (Al Pacino).
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Respecto a Brando, su calidad era indiscutible: se trataba de uno de los mejores actores de Hollywood del momento, pero su carácter era complejo, en especial para los productores. Un tipo díscolo, de exigencias controvertidas que terminaban ocasionando muchos gastos y que, además, en sus últimas participaciones no había arrastrado su éxito en la taquilla.
Con esos argumentos, desde Paramount querían vetar al candidato de Coppola y también de Mario Puzo, autor de la novela “El Padrino” y coguionista de la película. Incluso, la leyenda cuenta que la mafia neoyorkina (la auténtica) también tenía a su actor favorito y era Paul Newman. Y la productora tenía en mente otros candidatos, como Ernest Borgnine, George Scott y hasta Laurence Olivier. Pero Coppola y Puzo insistieron con Brando.
Entonces, los productores buscaron una manera de que el actor se bajase solo y le pusieron trabas que, creían, serían insuperables. Le redujeron su cachet de actor de primera línea, le marcaron la cancha haciéndole saber que cualquier gasto extra correría por su cuenta, y hasta apelaron a una jugada humillante para una estrella: debería pasar por una audición.
Sí, una prueba: Marlon Brando, ganador de un Oscar como mejor actor protagónico 17 años antes, debía hacer una prueba para mostrar que el papel podía ser suyo. Y pasó lo que los directivos no esperaban: Brando aceptó.
Y no sólo aceptó, sino que hizo una audición acorde a su talento: se puso pomada de zapatos negra en el pelo y se peinó para atrás, se introdujo algodón en los costados de su boca para que los cachetes lucieran caídos y le dieran aspecto de malo e impostó su voz, llevándola a un tono ronco que se convirtió en ícono. Compuso, de entrada nomás, al Vito Corleone que el mundo conoció.
El papel fue suyo y las ganancias también: se quedó con su segundo Oscar al mejor actor y, como la Paramount le había ofrecido un porcentaje de la venta de entradas y ésta terminó siendo un éxito arrasador, Brando recaudó más de un millón y medio de dólares.
Para el personaje de Michael en la Paramount tampoco querían a Al Pacino. Hoy suena a ridículo, pero en aquel 1971, cuando se rodó la película, Pacino era un joven actor, con más teatro que cine, lo que a la industria le costaba digerir.
Como Brando, Al Pacino también tuvo que audicionar (en este caso era más comprensible), pero llamó la atención la cantidad de pruebas: 47. Coppola insistía y finalmente también le dieron el gusto, y lo bien que hicieron a juzgar por el paso del tiempo.
Para el papel de Michael hubo varias pruebas y otros tantos actores favoritos, en este caso por parte de los productores, como fue Robert Redford. El galán de aquellos años aseguraba éxito especialmente entre las mujeres, aunque no daba muy italiano del sur. Y eso a Coppola le pesaba.
También hicieron pruebas de casting Martin Sheen -quien tiempo después trabajó con Coppola en Apocalypse Now-, Dustin Hoffman e, incluso, James Caan, quien finalmente hizo de Sonny (el temperamental segundo hijo varón de Vito Corleone). Si Caan hubiese resultado elegido para hacer de Michael, el candidato para interpretar a Sony era Robert de Niro. Pero el destino le tenía reservado el papel de Vito joven en la parte 2, actuación por la que le darían el Oscar como mejor actor de reparto.
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Los otros hijos de Vito fueron John Cazale, que personificó a Fredo, el timorato hermano mayor de los Corleone. Cazale, quien murió de cáncer a los 42 años, tiene un récord singular: participó en cinco filmes y todos fueron nominados para los Oscar como Mejor Película. En la descendencia de Vito Corleone había una mujer, Connie, interpretada por Talia Shire, hermana de Coppola.
No fue la única de la familia del director que aparece en la película. En una escena, tocando el piano, puede verse a Carmine Coppola, papá de Francis Ford, y compositor de música y bandas sonoras (como Apocalypse Now). Y el bebé al que bautizan sobre el final de la película es en realidad una niña, Sofía Coppola, la hija de Francis Ford que, 18 años después, aparecería en El Padrino III, como la hija de Michael Corleone.
Y hay otros dos personajes muy importantes: la joven Diane Keaton (tenía 25 años), que compuso el papel de Kay, la novia y luego esposa de Michael. Y el “quinto” hermano, el adoptado de niño por Vito y con el tiempo nombrado “consigliere” (asesor del jefe de la familia), Tom Hagen, papel que interpretó Robert Duvall, y que le valió una nominación al Oscar como actor de reparto.