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Mensaje de un líder en biotecnología: “Tenemos que pasar de la queja a la acción y darnos manija”

Frente al puerto de Rosario es fácil reparar en un conjunto blanco radiante de edificios, todo un símbolo de modernidad. Es la sede de Bioceres, la empresa que nació en el dramático 2001 y que hoy es vanguardia en la tecnología que se aplica en el campo.

Confluyen matemáticos, genetistas, químicos, ingenieros de varias especialidades en un ambiente en el que se dialoga, se critica, se ríe y hasta se tragan disputas, según cuenta Federico Trucco, su CEO. Al principio fueron veintitrés socios que pusieron de su bolsillo US$ 600 para dar forma a un modelo que une la academia, el sector privado y el Estado, en plena cooperación. Hoy son 400 socios y cotizan en el Nasdaq, la bolsa de las firmas tecnológicas en EE.UU.

El último jueves la sede de Bioceres se trasladó para una celebración a Roldán a pocos kilómetros de Rosario. Trucco dijo que era el momento, no solo por los 20 años de una firma con varios hitos como el gen HB4 de tolerancia a la sequía aprobado en la semilla de trigo en Brasil y Argentina. También, porque empezaban a pagar royalties al Conicet.

Hasta Roldán llegaron fondos de inversión de EE.UU., algunos accionistas como Gustavo Grobocopatel, Hugo Sigman, Jorge Frávega junto a Ricardo Yapur, Carlos Popik, Sebastián Mocorrea, Gabriel Delgado y Fernando Moiguer. El ministro de Agricultura Julián Domínguez asistió junto al gobernador Omar Perotti.

Pero la figura estelar fue Raquel Chan, la científica de la Universidad del Litoral, que descubrió el gen HB4 en el cultivo de girasol. “Animémonos, no somos menos”, impulsa Trucco, un científico de dilatada trayectoria nacido en 1977 que está convencido de que la Argentina puede liderar en este sector a nivel global.

-¿Cuánto les falta para ser el próximo unicornio?, le preguntó Clarín.

-No es un objetivo per sé. Para nosotros es más importante ser valiosos que ser grandes. Pero si seguimos en este curso, podemos pasar esa barrera de los mil millones, algún día.

-Tras la aprobación del HB4, ¿qué viene ahora?

-Viene hacernos cargo de una tecnología fantástica, tratar de llevarla a cada hectárea donde esa tecnología pueda aportar sustentabilidad. No solo aumentar la producción, sino ayudarnos a ser amigables con el medioambiente, eso no es un esfuerzo menor. Y luego es incorporarla a un paquete de soluciones, que buscan que la agricultura en su conjunto transicione hacia otro modelo de negocios. Un modelo que no sólo haga el precio por la cantidad de kilos, sino el cómo lo producimos. Que pueda valorar el impacto sobre el ambiente, la intensidad en el carbono, la huella hídrica, la huella ecotoxicológica de los sistemas productivos y que todo eso sea computado en la ecuación que generan los incentivos para que el productor vaya en una dirección.

-¿Qué le preguntan los accionistas?

-Argentina siempre es un tema a atender, a veces lo hacemos mejor, a veces no tanto. Lo importante es que lo que hace Bioceres, dentro del contexto local, tiene relevancia internacional. Argentina es internacionalmente relevante en la producción de materias primas de origen agropecuario. A pesar de la volatilidad y de las distintas crisis que tenemos en nuestro país, el sector siempre ha estado a la vanguardia, ha tenido apetito por la innovación y ha liderado ciertas tendencias a nivel internacional. Eso es, dentro de todo, reconocido en el mundo inversor. O sea, no es lo mismo tener una compañía en la Bolsa que depende del ingreso de los argentinos, a tener una compañía que utiliza a la Argentina como plataforma de internacionalización.

-Numerosos ecologistas rechazan la tecnología del HB4…

-Nuestro negocio depende de entender el ecosistema, de cómo funciona el girasol y qué le puede dar el girasol a la soja, para que tolere la sequía. Eso es profundamente biológico, natural e intensivo en conocimiento. Poder hacer de esta ciencia tan linda que es la ecología, el principal capital para nuestro modelo de negocios, es central. Por eso a veces hay gente que se suma a las demandas ambientalistas con una retórica casi política. A veces las cosas dependen más de nosotros que de los demás; tenemos que pasar de la queja a la acción y darnos manija. Creo que a veces nos tratamos muy mal. Al argentino se lo suele asociar a una persona arrogante, soberbia. Y, sin embargo, cuando nos tenemos que lanzar a algo nuevo nos agarra temor.Eso muestra falta de confianza en nuestras capacidades y si queremos ser un país moderno, tenemos que vencer ese miedo y animarnos. Vale muchísimo más la pena fracasar intentando algo importante, que tener éxito en algo que no le cambia la vida a nadie.

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