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La curiosa historia del Café Berlín, el reducto madrileño “salvado” por argentinos, que llega a Buenos Aires

El campo del arte es el hogar perfecto de uno de los grandes quids de la cuestión de la humanidad: convertir la tradición en vanguardia y hacerlo con respeto.

Este es un camino conocido para un grupo de amigos argentinos residentes en Madrid quienes, unidos por su pasión por la música, la bohemia y la noche, fueron marcando hitos en la súper poblada vida nocturna de la capital española y ahora se proponen hacerlo en “la ciudad de la furia” con el Café Berlín Buenos Aires.

El mencionado recinto, en Avenida San Martín 6656, será inaugurado el próximo 1 de diciembre con la actuación de Dante Spinetta en primer turno y la Organ Bongo Explosion en segundo, en el nuevo centro de ocio capitalino, Villa Devoto. El show de la Organ Bongo Explosion es parte de la fiesta de inauguración, a la que se accede reservando entradas gratuitas desde la web del espacio.

Luca Frasca fue tecladista de Pappo’s Blues y tocó con músicos como Mick Taylor y Buddy Miles. Foto Rolando Andrade Stracuzzi

Un grupo de migrantes inquietos

En sus jugosas andanzas migratorias, los muchachos primero llevaron al éxito a Josealfredo, una coctelería ya clásica a metros de la Gran Vía, y luego tomaron la gestión y obtuvieron la marca del histórico Café Berlín, reducto por excelencia del jazz y el flamenco en el centro madrileño.

Pato Almada, natural de San Antonio de Areco, Luca Frasca, ex tecladista de Pappo’s Blues y colaborador de artistas  como Buddy Miles y Mick Taylor, entre otros, y Leandro Cersosimo tuvieron la chance de poner en práctica aquel desafío milenario del que muchos salen heridos.

Desde Madrid Almada -programador de la sala-, con un tono ronco de voz que hace parecer a Sabina una princesa de Disney, cuenta: “En Josealfredo conocimos muchos músicos que nos alentaron a conseguir una sala para hacer conciertos. Encontramos el Café Berlín antiguo, que tenía 20 años con una decoración art decó y por donde habían pasado grandes desde Paco de Lucía a Charly García y Fito Páez.”

Y agrega: “Era un lugar adonde se iba a zapar, un club de jazz en el que a partir de la una de la mañana se armaban zapadas. El gran ícono del Berlín era Jerry Gonzalez, creador del latin jazz. Así y todo ese local no funcionaba, por eso lo agarramos nosotros”.

Jerry Gonzalez era el gran ícono del Café Berlín madrileño. Foto Luis ROBAYO / AFP

Cambio de rumbo en dirección al éxito

Lo interesante de la historia comienza cuando la encantadora personalidad de Almada logra la magia deseada y este proyecto cambia de formas pero no de espíritu.

Frasca lo explica a la perfección: “Pato es el cabeza del proyecto; él generó todo esto. Los méritos son de él. La hizo muy bien: primero incorporó la cultura de allá, la española, al Berlín. No tenía sentido ir por el lado argentino en la programación”, explica.

Y sigue: “Ya sabemos que a Charly y Spinetta no les fue bien en España. A Andrés sí, porque se hace el español. Hace rumbita y le va bien, pero cuando sale de ahí a nadie le interesa. Y sobre todo cuando empieza con los toros y los fascistas y todo eso”.

Frasca prefiere no entrar en esos tópicos y continúa enfocado: “Entonces, Pato entró por el lado de promover el flamenco, al que en Madrid, no le daban bola. Invitaba a músicos gitanos y los hacía sentir como en casa: los hermanos Carmona, Lole y Manuel, Farruquito, El Piraña, Diego Amador, Antonio Serrano, los músicos de Paco de Lucía… O sea, máximo nivel total”.

Chano Domínguez, emblema de la fusión de flamenco y el jazz, en el Café Berlín de Madrid, que revalorizó la cultura local de la mano de sus “gestores” argentinos. Foto IG Café Berlín

Un argentino para revalorizar la cultura local

-La idea funcionó como un vinculador cultural…

-Exacto. Y revalorizó la cultura de allá haciendo sentir a los músicos como en su casa.

-¿Por qué creés que tuvo que aparecer un argentino para entender y revalorizar esa dinámica, totalmente local?

-Y… El argentino la ve. En cualquier parte del mundo. Y si no la ve, se vuelve. En esto y en cualquier cosa. A nosotros nos perjudica nuestra forma de ser como arrogantes, déspotas, que nos las sabemos todas… Pero si no tenés eso, no hay nadie que te pueda parar. Si no vas por ahí, cuando entendiste cómo funciona la cosa y vas de perfil bajo, te llevás todo.

Te llevás todo porque tenés la picardía, la astucia, ese don de gentes. Y luego está el carisma, el conquistar a las personas; Pato no es un programador, es el alma del Café Berlín.

“El argentino la ve…” dice Frasca como argumento para explicar por qué asumieron el compromiso de poner de pie el Café Berlín en Madrid. Foto Rolando Andrade Stracuzzi

Un punto de encuentro 

Tras cambiar de locación a un espacio de un aforo tres veces superior, el Café Berlín pasó de ser un club de jazz y flamenco a ser un club de música global. “Ahí cambió totalmente respecto al original. Cambió la gestión y la idea de cómo concebir la música. La idea de que la música sea inclusiva ¿no? De que cualquier género puede ser bueno, desde la salsa al rock, al jazz.”, dice Almada.

“Ese fue el mayor cambio: apostar muy fuerte por la calidad. Y también lograr tener todo tipo de público. La gran virtud del Berlín para mí es la de hacer un club de músicos. Hay quienes tocan en otros clubes, pero cuando terminan de tocar, vienen con nosotros porque siempre se arma algo: una jam de flamenco, de jazz, siempre la música y los músicos son los protagonistas”, completa.

-Eso los desmarca de la media.

-Claro, nos hicimos conocidos por esto y también porque cambiamos la idea de cómo presentar el flamenco: mientras lo normal era que se tocara en tablaos para turistas o en teatros, nosotros lo llevamos al club, al Berlín, en formato de jam.

Entonces nos hicimos muy fuertes con el género flamenco y empezamos a hacer una media de 44 conciertos al mes; hacemos doble turno a las 20 y a las 22. Siempre con diferentes géneros: rock y luego flamenco, o una big band de jazz y luego música independiente estadounidense, indie, o música argentina.

Danilo Pérez en el Café Berlín de Madrid; jazz latino de la más alta calidad. Foto IG Café Berlín

La bohemia siempre está

-¿Sentís que el carácter bohemio del antiguo Berlín se mantiene?

-¡Sí, totalmente! Somos bohemios. Somos una empresa importante sí, pero siempre hemos mantenido ese espíritu bohemio que nos llevó a apasionarnos por la música y la noche.

-Aparte de mantener la calidad, ¿qué otros criterios se tienen en cuenta para la programación de la sala?

-Que no todos los músicos tienen que ser famosos. En nuestras jams están tocando músicos jóvenes, de veintipico de años, que son muy conocidos en su medio pero no para el gran público. Acá dimos mucho espacio al área gitana que es muy rechazada en España. La idea es que la música, como hilo conductor de unión, incluya a gente de todo tipo. Que te haga sentir, más allá de que entiendas o no.

La programación de diciembre del flamante espacio que se abre para la música en Buenos Aires.

De Pappo’s Blues al Berlín

Frasca es el encargado de que el espíritu del local madrileño se refleje en el del flamante distrito del vino porteño y, mientras empina una birra helada en una hamburguesería de Devoto que hace de oficina del staff del Berlín Buenos Aires mientras las tareas de obra avanzan a buen ritmo, se entusiasma en la descripción del local.

“Se trata de crear un espacio para que el músico se sienta cómodo. Tenemos equipos de mucha calidad como para que el que llega se sienta como en una juguetería.

Frasca dice que la idea es crear un espacio para que el músico se sienta cómodo. Foto Rolando Andrade Stracuzzi

Es un lugar íntimo, un poco más chico que el de Madrid. Lo cual es una desventaja, en cierto modo, pero al mismo tiempo es genial para poder sentir más esa intimidad buscada. Todo va saliendo tan bien que existe la idea de dar franquicias y abrir en Miami; de hecho el plan se frenó por la pandemia, pero ya había un local visto en el distrito de arte y ocio de Wynwood.

-A tono con los proyectos actuales, acá también se busca una buena experiencia del público, ¿verdad?

-Claro. Es importante que toque gente como Dante Spinetta o Julieta Venegas, a quienes normalmente ves en el Gran Rex. Bueno, acá los tendrás al lado en un lugar acustizado, con un sonido espectacular y unas luces increíbles. Es un espacio diáfano con palcos, tenemos dos plantas y una tercera en construcción.

El lugar tendrá cava de vino, se harán degustaciones por las tardes con una banda de jazz tocando; tiene una sensibilidad europea, de cercanía, no esa idea americana más cruel, más distante.

-¿Cuánta adrenalina te da encarar algo así en Buenos Aires, siendo un lugar vertiginoso para las inversiones?

-Acá hay un cariño por la música que allá no la hay. Cuando la propuesta es interesante la gente se pone la camiseta. Todo el mundo, los colaboradores que tenemos están muy entusiasmados con el proyecto.

Tenemos un equipo alucinante, con el grupo de la radio Futurock, donde Andy Chango tiene un programa, y siempre estuvo involucrado en el Berlín de allá. Está Javier Celoria que es un programador espectacular, Martín Paladino que es un community increíble. Es un gran staff de amigos, por eso siempre hablamos de crear una familia, como pasó conmigo en Madrid.

Luca Frasca asume que Buenos Aires de jó de mirar a Europa, y no lo celebra. Foto Rolando Andrade Stracuzzi

También la idea es darle espacio a los músicos jóvenes. Estarán tocando los músicos de Wos que son todos pibes que tocan jazz y trap. Habrá nuevas propuestas mechadas con músicos clásicos como Hernán Jacinto, por ejemplo.

La conexión Madrid – Buenos Aires

-¿Qué es lo que conecta a Buenos Aires y Madrid, para vos?

-Creo que no son tan parecidas. Sobre todo ahora. Quizás hace 20 años sí se parecían más. Esto se volvió más sudamericano y menos europeo. Es un lugar más de reggaetón. Desgraciadamente Argentina, al ser un país pobre que mira a los Estados Unidos y dejó de mirar a Europa hace 30 o 40 años, quedó cada vez más separada y alejada de Madrid.

Madrid es una capital europea. Creo que la gente mayor sí se conecta, la de acá y la de allá. Pero la juventud me parece que está en planes muy diferentes. Pero ojo: la pasión por la música es diez veces más acá que allá. Quitando lo que tiene que ver con el flamenco que es un caso especial, acá hay mucha más pasión por la música.

Allá es todo entertainment, la gente va a ver bandas, se pone a hablar y bebe. Va a festivales para pasarla bien y emborracharse y no porque se mueren con tal o cual banda, cosa que acá sigue muy vigente.

Sin embargo allá tienen una oferta musical muchísimo mayor, todos los días hay bandas de todos lados. Yo soy el presidente de la Asociación de Hammond en España, vamos por el país enseñando a la gente qué es un órgano Hammond. Eso está subvencionado, acá no conseguí ni uno para alquilar.

Así se ve el Cefé Berlín en Avenida San Martín 6656, que se inaugura este 1 de diciembre con la presentación de Dante Spinetta. Foto Rolando Andrade Stracuzzi

-¿Por qué creés que Café Berlín es un lugar necesario para Buenos Aires?

Almada: Un lugar como Café Berlin es necesario en cualquier lugar del mundo, no sólo en Buenos Aires. Es un lugar donde se comulga con el arte, con la bohemia. Un lugar donde el tiempo no pasa, donde el tiempo es importante, y no me refiero solo al compás, claro.

Acá hay un ambiente lúdico y de buena onda en el que nos congrega la música, básicamente nuestro sueño, pensá que al primer lugar que fui cuando llegué a Madrid fue al Berlin a ver un concierto. Jamás pensé que terminaría siendo nuestro. Lo bonito de esto es que acá podés ver a alguien re grosso de cerca y después tomarte una copa con él.

E.S.

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