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Diego Maradona y la trágica historia de la familia Giuliano: crimen, cárcel y muerte junto a la mafia de Nápoles

– ¿Usted es consciente de que en la operación financiera de su fichaje puede existir dinero de la Camorra?

La pregunta, dirigida a Diego Armando Maradona, congeló el aire en la sala de prensa del estadio San Paolo. El mejor jugador de todos los tiempos estaba siendo presentado en Napoli ante más de 100 cronistas de distintos países y 50 fotógrafos cuando Alain Chaillo, periodista de la televisión francesa, planteó esa inquietud.

El presidente de club, Corrado Ferlaino, impidió que Diego contestara y se hizo cargo de la respuesta. “Esta es una pregunta ofensiva. Me siento molesto por ella y le ruego que se marche”, le pidió/ordenó a Chaillo. Y siguió: “Hemos hecho muchos sacrificios para que ahora se diga esto. Somos gente de Nápoles, honesta y trabajadora. Hemos trabajado bien”.

Toda esa secuencia perturbadora quedó registrada con material de archivo en el fantástico documental “Maradona”, del director Asif Kapadia ​(2019). Y en estos días volvió a hacerse presente con la recreación que hizo la serie “Maradona: Sueño Bendito”, de Amazon, que viernes a viernes deshace un nuevo capítulo en la historia del astro argentino: el de su estadía en Italia fue uno de los más polémicos.

Desde el día de su llegada a Nápoles desde Barcelona, en julio de 1984, el astro de Villa Fiorito encontró su nombre asociado a la mafia napolitana. Y, especialmente, a un apellido: Giuliano. Esa familia era una de las más poderosas de la ciudad en lo concerniente a negocios reñidos con la legalidad.

Diego Maradona junto a Raffaele, Carmine y Ciro Giuliano.

En esos días, arreciaban las sospechas sobre la inyección de dinero que las organizaciones del inframundo napolitano supuestamente habían hecho en un club humilde y endeudado para concretar el pase de Diego, por quien había pagado 10 millones de dólares (un récord en ese momento), y también de otros futbolistas, entre ellos Daniel Bertoni (proveniente de Fiorentina). Ferlaino lo negaba categóricamente y aseguraba que los billetes habían sido aportados por “varios bancos que no quieren ser citados”.

El clan Giuliano había dado sus primeros pasos en el universo de las gestiones opacas durante la década de 1950, cuando Pio Vittorio Giuliano comenzó a amasar una fortuna gracias al contrabando de cigarrillos. El patriarca tuvo 11 hijos (seis hombres y cinco mujeres) con su esposa, Gemma Sacco. En la década de 1970, sus vástagos tomaron el relevo y ampliaron la rama de negocios en Forcella, una zona del centro histórico de la ciudad. Los nuevos emprendimientos abarcaban el tráfico de drogas, la extorsión y la venta de productos falsificados.

El nuevo líder fue el hijo mayor de Pio Vittorio, Luigi, quien era conocido como O Rre (El rey), respaldado por sus hermanos Carmine, Guglielmo, Salvatore y Raffaele. A través de Carmine, apodado O Lione (El León) se estableció el puente con Maradona. “Mi tío era un gran tifoso del Napoli. Como mi familia tenía el poder de mover un poco las cosas, un día él se puso en contacto con un barra y juntos organizaron la llegada de Diego a Forcella”, reveló en 2019 Luigi Giuliano, hijo de Luigi y sobrino de Carmine.

Diego Maradona junto a Carmine Giuliano (izquierda) y Raffaele Giuliano (derecha).

Durante buena parte de los siete años que pasó en la ciudad ubicada al pie del monte Vesubio, el Diez fue habitué de Forcella. Allí jugaba al fútbol y participaba de numerosas celebraciones. Esas reuniones quedaron inmortalizadas en fotos en las que se veía al astro del fútbol mundial junto a miembros de la familia Giuliano. La más conocida es una en la que Diego está sonriente con Carmine y Raffaele en una bañera con forma de almeja.

A la distancia, esa relación generó cuestionamientos, pero Maradona negó que el vínculo fuera más que circunstancial. “Yo no podía pedirles el documento a todos los que se sacaban una foto conmigo. Después aparecía en los diarios que alguno era un camorrista. Yo nunca le pedí nada a la Camorra. Ellos me dieron la seguridad de saber que no les iba a pasar nada a mis dos hijas”, afirmó el exjugador en 2017.

Cuando el ídolo de los napolitanos se convirtió en villano después del Mundial de Italia 1990 y del control antidoping positivo en 1991, los Giuliano tomaron distancia. No solo por el cambio de mirada que se había producido respecto a la figura de Diego, sino también porque la sobreexposición llamaba la atención de la prensa y de partes del Poder Judicial.

Por entonces, los Giuliano habían salido victoriosos de una guerra interclanes y habían quedado empoderados en la ciudad: aliados con los clanes Zaza, Nuvoletta y Casalesi en la llamada Nouva Famiglia, habían doblegado a sus históricos rivales, los Cutolo, que encabezaban la Nuova Camorra Organizzata.

Luigi Giuliano encabezó el clan familiar durante más de dos décadas.

Así como la caída de Maradona en Nápoles se había producido en 1991, la de la familia Giuliano ocurrió a fines de esa década, cuando comenzaron a producirse las detenciones en sus filas. Uno a uno fueron siendo apresados los líderes de la organización. Y uno a uno ofrecieron información a cambio de morigeración de sus penas: se convirtieron en delatores premiados.

El primero en hacerlo, a principios de 1999, fue Raffaele. Enseguida lo siguió Guglielmo. Y el 27 de marzo de ese año, durante una audiencia del proceso en el que estaban siendo juzgados 22 miembros del clan, Carmine comunicó su intención de cooperar. Sin embargo, seis meses después se retractó de todas sus afirmaciones. “No puedo ser un colaborador de la Justicia, no tengo nada que decir que pueda ser útil. Reflexioné sobre todo lo que dije hasta ahora y puedo decir que mis declaraciones fueron el resultado de un estado de confusión”, sostuvo ante los fiscales.

Esa decisión le impidió acceder a un programa de protección de imputados colaboradores, aunque no hizo que fuera a dar con sus huesos a una prisión: como tenía un tumor en la garganta, se le concedió el beneficio del arresto en una residencia para ancianos en Cassino (pese a que tenía solo 48 años). De allí se fugó el 15 de marzo de 2000, pero fue recapturado tres día después.

Carmine Giuliano murió en 2004 como consecuencia de un cáncer de garganta.

Carmine falleció en julio de 2004. Y en 2009 murió Pio Vittorio, el patriarca. En el caso de ellos, por causas naturales. En cambio, otros integrantes de la familia cayeron a balazos como parte de la venganza por la delación de Luigi: Nunzio, el hermano que había decidido desvincularse de los negocios familiares, fue asesinado en 2005 y Giovanni, su hijo, fue abatido en 2007.

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