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Isidro Lángara: el goleador que les ganó a las guerras y fue ídolo en cada rincón donde jugó

Si Isidro Lángara Galarraga hiciera ahora todos los goles que hacía en su tiempo, su cláusula de rescisión no sería muy distinta que la del francés Karim Benzema (1.000 millones de euros) o la de su compatriota Antoine Griezmann (800 millones). Tampoco estaría tan solo Lionel Messi en la disputa del Balón de Oro o del FIFA World Player. Pero tenía una desventaja ese vasco inolvidable: sus goles no recorrían el mundo por televisión. Por el contrario, él los llevaba a cada lugar donde las circunstancias y su espíritu lo trasladaban.

Nacido en 1912 en Pasajes, un municipio portuario de Guipúzcoa, Lángara comenzó su carrera futbolística en equipos aficionados del País Vasco, como Bildur Guchi, Esperanza de San Sebastián, Siempre Adelante, Andoain y Tolosa. A los 18 años fue fichado por el Oviedo. Allí se hizo ídolo con su mejor recurso: el gol. Resultó el Pichichi de la Liga en las tres primeras temporadas que jugó con el Oviedo. Entre 1933 y 1936 hizo 80 goles. Y llevó a su equipo modesto al podio de España: terminó tercero en 1935 y 1936. No hay casualidad, tampoco ahora, a la distancia: esos años son considerados como la Edad de Oro de la historia del club.

En su primera etapa con el Oviedo, Lángara hizo en promedio más de un gol por partido: 281 tantos en 220 encuentros. También en el seleccionado español, para el que jugó entre 1932 y 1936, tuvo un rendimiento de asombro: 17 goles en 12 encuentros. Así, es el tercer futbolista vasco que más tantos convirtió para la Furia Roja (sólo detrás de Julio Salinas y de Telmo Zarra).

“Lángara tenía un cuerpo atlético. Una fuerza muscular impresionante y una flexibilidad de elegido. Cintura estrecha. Buen equilibrio, capacidad funcional en las caderas para poder levantar las piernas como lo puede hacer un karateca. Así remataba, sin parar el balón, a cualquier altura. Manejaba las dos piernas, que no se sabía si Lángara era derecho o era zurdo”, cuenta el libro ‘De Fozaneldi al Parque del Oeste. 80 años del fútbol en Oviedo’ (Ediciones ACE, S.L.). “Es considerado por muchos entendidos como el jugador más importante de cuantos han militado en las filas del club”, indica la página oficial del Real Oviedo, equipo que ahora participa de la Segunda División.

Aquellos días en el Oviedo se terminaron con dolor: en julio de 1936, estalló la Guerra Civil. “Durante el conflicto, Lángara combatió en las filas del Frente Popular y formó parte de la denominada Selección de Euskadi, fundada por el Gobierno Vasco para recaudar fondos en Europa. Una vez caído el Frente Norte, Lángara continuó con su gira en el combinado por América”, señala la Enciclopedia de Oviedo. Lángara coincidió en esta selección con varios de los mejores futbolistas vascos de la época. como Luis Regueiro (histórico mediocampista del Real Unión de Irún) y Guillermo Gorostiza (delantero formado en el Arenas de Getxo y figura del Athletic Bilbao).

El equipo recaló finalmente en México, donde jugó la Liga Mayor de la temporada 1938/39, bajo la denominación de Club Deportivo Euskadi. Fueron subcampeones. En 1939, al finalizar la Guerra Civil, se disolvió aquel mítico seleccionado regional y Lángara optó por seguir exiliado fuera de España. Recomendado por Angel Zubieta e impulsado por su amigo Evaristo Palacios, ese delantero implacable llegó a San Lorenzo.

Su debut con la camiseta azulgrana fue propio de una película de guión inverosímil. Llegó a Buenos Aires, se bajó del barco y le hizo cuatro goles a River. “Debemos afirmar que la realidad ha superado aún los cálculos más alegres y que esos cuatro golazos del nuevo preclaro ciudadano del barrio de Boedo le han abierto de par en par las puertas de la popularidad en esta patria generosa, que lo saludó como si fuera la suya”, señaló sobre aquel memorable 21 de mayo de 1939 el periodista y relator Fioravanti.

“Llegué a la Argentina con el equipo vasco, pero por cuestiones políticas no se nos permitió jugar. Sin embargo, nos entrenábamos en la quinta Las Delicias, de Adrogué. Allí, me contacté con directivos de San Lorenzo. Después seguimos la gira. Y desde Buenos Aires, mi amigo Evaristo Palacios influyó para que fuera contratado por San Lorenzo, cuando parecía que pasaría a River Plate”, contó Lángara alguna vez sobre su arribo a la Argentina.

Jugó cuatro temporadas para el club de Boedo. En 121 encuentros convirtió 110 goles, que le permiten estar en el top ten de la historia del club. No ganó ningún título en el fútbol argentino, pero resultó el máximo anotador de 1940. Dos años más tarde, siguió paseando su facilidad para convertir: en 1942, su San Lorenzo se fue de gira por México. Fueron diez partidos en los cuales los Gauchos de Boedo convirtieron 42 tantos, 23 de los cuales estuvieron a cargo del inmenso Isidro. Ahora, en el Salón de Trofeos del Nuevo Gasómetro, un busto con la clásica boina vasca lo evoca cada día.

Sus siguientes pasos de tremendo goleador los dio en el fútbol mexicano: en 1943, Lángara fue contratado por el Real Club España. En su primera campaña, marcó 27 tantos; y en las dos siguientes, anotó 38 y 40 goles, respectivamente. Allí ganó una Copa y una Liga. Y resultó el máximo anotador en dos ocasiones.

Luego de su exilio en América, Lángara volvió a España en 1946. A pesar de sus más de tres décadas de vida, siguió siendo figura en el Oviedo: en dos temporadas hizo 23 goles en 29 encuentros. Sus últimos retazos de crack los mostró otra vez en México. Y luego se dedicó a la dirección técnica en Chile, México y la Argentina (fue el entrenador de San Lorenzo en 1955). Falleció en 1992, en el País Vasco, su lugar en el mundo. Se fue sin saber -quizá- que ahora “gol” en su idioma también se dice “Lángara”.

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